Por Walter De Gregorio.
Sábado 14 de julio de 2012.– El titular del Tages-Anzeiger, referido al escándalo de corrupción en la FIFA, supone un ataque concertado contra el Presidente de la FIFA, Joseph S. Blatter. El jueves, Basler Zeitung comunicó que la fiscalía del cantón suizo de Zug, que investigaba a la FIFA y a sus directivos brasileños João Havelange y Ricardo Teixeira por fraude empresarial, había sobreseído la causa penal. La FIFA pidió al Tages-Anzeiger ejercer su derecho a réplica, a lo que el diario se negó. En lugar de ello, esa réplica será publicada en la edición de hoy de Basler Zeitung.
Quizás algunas personas crean que “el que se excusa, se acusa”, pero el titular de la edición de ayer de Tages-Anzeiger no nos deja otra opción que efectuar algunas aclaraciones con el fin de disipar cualquier duda que pueda existir acerca de determinados aspectos. En primer lugar, el titular “Sepp Blatter justifica la corrupción en la FIFA” es un absoluto disparate. El Presidente de la FIFA jamás ha aprobado la corrupción ni justificado dicho delito, ni lo hará nunca.
En la entrevista publicada en FIFA.com a la que hizo referencia Tages-Anzeiger, Blatter había señalado: “El pasado no puede medirse con los patrones actuales, si no, acabaría siendo un juicio de índole moral”. Aun así, eso es precisamente lo que Tages-Anzeiger corre el riesgo de hacer mediante el artículo de ayer.
Aprender de los errores
Afirmar que la situación jurídica en Suiza ha cambiado no es una opinión, sino la expresión de un hecho, lo que no debe interpretarse en modo alguno como una excusa ni una justificación. No obstante, para juzgar eventos del pasado no puede ni debe pasarse por alto el contexto. A ese respecto, Tages-Anzeiger es deshonesto al intentar hacer insinuaciones a partir de las palabras de Blatter. La justificación implica aprobación, pero en este caso se produce justo lo contrario. En el Congreso de la FIFA celebrado en Zúrich en junio de 2011, se adoptaron medidas contundentes en el marco del proceso de reformas. Y se eliminará un nuevo obstáculo la semana que viene, cuando el Comité Ejecutivo de la FIFA designe a dos presidentes independientes para su Comisión de Ética, que pasará a incluir dos salas, una condición fundamental establecida por la Comisión Independiente de Gobernabilidad, presidida por el profesor Mark Pieth, para reforzar el sistema judicial de la FIFA. Todo esto se deriva del caso ISL, e indica que la gente es capaz de aprender de sus errores. Se intentará adaptar aquellas estructuras que no consigan seguir el ritmo del desarrollo del fútbol. Paradójicamente, el increíble éxito de la FIFA representa en sí un problema. Lo que era una organización relativamente modesta se ha convertido en una empresa de miles de millones de dólares, en gran parte gracias al éxito de la televisión, y también al Presidente de la FIFA, Joseph S. Blatter.
Unas reservas de 1.300 millones de CHF
La FIFA dispone ahora de unas reservas de 1.300 millones de CHF, una cifra que provoca envidia, resentimiento y recelos. ¿Cómo ha sido eso posible? La respuesta es: porque el fútbol es popular, y obviamente no ha sido tan mal gestionado en los últimos años. Pero, volviendo al caso ISL, fue la FIFA la que, por iniciativa de Blatter, adoptó en 2001 medidas para iniciar acciones penales, dando así comienzo al caso en sí. Y también gracias a Blatter se creó finalmente la Comisión de Ética en 2006. Y el Presidente de la FIFA es una vez más el impulsor del actual proceso de reforma. Ya se ha constituido una Comisión de Auditoría y Conformidad independiente, y la Comisión de Ética se ha dividido en dos órganos, uno encargado de la investigación y otro de la resolución. Sin embargo, el problema no radica ahí. Lo que ocurre es que atacar a la FIFA es algo cada vez más popular. Criticar a la FIFA es dejarse llevar por la corriente, y quien lo haga tiene asegurados los elogios de todos. Por lo tanto, se hace necesario publicar un artículo que reequilibre la balanza.
Y ayer Tages-Anzeiger no lo hizo. El Tribunal Federal suizo ha confirmado esta semana que Blatter no es corrupto, ni de forma activa ni pasiva. No ha recibido sobornos, ni se los ha ofrecido a nadie, ni ahora, ni nunca, y aun así se le ha acusado de ello en repetidas ocasiones. Esto bien podría haber figurado en titulares, pero una noticia positiva no parece ser digna de aparecer en primera plana. Este dato revelador apenas mereció una nota a pie de página en Tages-Anzeiger. Un periódico de calidad debe ser franco a la hora de criticar, pero también atenerse a los hechos y mantener el equilibrio y la imparcialidad. La edición de ayer de Tages-Anzeiger no cumplió ninguno de esos requisitos.
* Walter De Gregorio es el Director de Comunicación y Relaciones Públicas de la FIFA.
*Con información de la FIFA
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