Rehacer vidas construyendo estadios

Lunes 2 de julio de 2012.– A los pocos minutos de saltar al campo junto a Bebeto, que formó parte del equipo campeón en el Mundial de 1994, para disputar un partido amistoso entre representantes de la FIFA y del Comité Organizador Local de Brasil, Jonathan Rodrigo, obrero de la construcción, reconoce que jamás habría pensado ni por un momento que formaría parte de los preparativos para el torneo futbolístico más importante del mundo. Es la emoción que se presupone de alguien que acaba de tener la oportunidad de jugar al fútbol con uno de sus ídolos de la infancia; en el caso de Rodrigo, además, sus palabras evocan una situación particular.
Este joven de 25 años es uno de los 60 reclusos y exreos elegidos para trabajar con personal ordinario en seis estadios del Mundial como parte del programa nacional de rehabilitación “Començar de Novo”.
Lanzado en octubre de 2009 por el Consejo Nacional de Justicia (CNJ), este proyecto ofrece a los participantes la posibilidad de retomar sus vidas con la ayuda de un trabajo digno. En enero de 2010, recibió el espaldarazo definitivo cuando el Comité Organizador Local Brasil 2014, el Ministerio de Deportes y las doce sedes y sus respectivos Estados firmaron una declaración de intenciones para incluir a participantes de “Començar de Novo” en la construcción de los estadios del Mundial.
“El principio del derecho al trabajo de los presidiarios ha formado parte de la legislación penal de Brasil desde 1984, pero lo que hizo el programa 'Començar de Novo' fue institucionalizar este concepto y en ese momento fueron varias las empresas que no dudaron en sumarse a la iniciativa –explica Luciano Losekann, juez federal y coordinador del departamento del CNJ encargado de controlar y supervisar el sistema penitenciario de Brasil–. Con la incorporación del Mundial de la FIFA al programa se crearon evidentemente muchos puestos de trabajo que permitirán en el futuro devolver la dignidad a estos convictos y reinsertarlos en la sociedad”.

El orgullo del Pantanal

Se nota orgullo y dignidad cuando Rodrigo describe su papel en la construcción del Arena Pantanal de Cuiabá, el nuevo estadio multiusos que acogerá cuatro partidos de la fase de grupos del Mundial.
“Trabajo en el departamento medioambiental –explica antes de describir minuciosamente su labor con palabras claras pero precisas, como si fuera uno de los ingenieros a cargo del diseño del ambicioso plan para eliminar toda emisión de carbono del estadio–. Nuestra meta es ahorrar y reutilizar energía, así como reducir los niveles de contaminación. Además, superviso el trabajo y a menudo tomo la iniciativa; por ejemplo cuando algún motor supera su emisión de combustible permitida, tengo que reducirla y recoger todo residuo generado”.
La elocuencia de Rodrigo en un tema tan técnico da buena cuenta de la formación que es parte esencial del programa. Desde que se unió al grupo de empresas que construyen el Arena Pantanal, el exrecluso ha superado un periodo de formación de seis meses que incluye ocho semanas de clases teórico-prácticas como miembro del equipo medioambiental. “Entonces entendí lo que queríamos lograr con el estadio –explica Rodrigo–. Es una forma hermosa de ver la construcción”.

Una prisión diferente

Los constructores del estadio de Cuiabá no solo son ejemplo de un enfoque respetuoso con el medio ambiente, sino que además han dado un paso más dentro de este programa con reclusos al incorporar otro proyecto de reinserción social. En mayo de 2011, la ciudad aprobó adoptar la iniciativa “Ação Integrada” con la que ofrece las mismas condiciones dignas (formación profesional, un trabajo adecuado, un salario mensual y alojamiento) a 25 trabajadores que han sufrido otro tipo de reclusión: la esclavitud.
Puede parecer insólito hablar de este tema hoy día, 124 años después de que se aboliera la esclavitud en Brasil, pero, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo de Brasil, se “liberó” a más de 2 600 personas en 2010 de condiciones laborales que difícilmente podrían describirse de otra forma que no fuese como esclavitud; muchas trabajaban en granjas apartadas en las regiones norte y centro-oeste de Brasil.
Nivaldo Inácio da Silva es uno de los 25 obreros de Arena Pantanal que fueron rescatados por “Ação Integrada”. Todos recolectaban algodón o cortaban caña por pagas misérrimas –o por ninguna paga–, viviendo en condiciones infrahumanas en las granjas.
“Recuerdo cuando nos llevaron por primera vez al llamado alojamiento, donde no había camas, ni agua potable ni alimentos –relata Inácio–. Al día siguiente nos dijeron lo que sería nuestra faena diaria: recolectar 3 600 m de algodón para ganar ocho reales brasileños. Después de una semana, decidimos rebelarnos contra el propietario de la granja y pedirle mejores condiciones de trabajo. Nos llevó a todos a la ciudad con 200 reales en el bolsillo y nos dijo que regresáramos a casa“.

Más que un trabajo

Por suerte para Inácio, cuando él y los otros regresaron al distrito de Nossa Senhora do Chumbo, a unos 45 kilómetros al oeste de Cuiabá, la gente de “Ação Integrada” había comenzado a reclutar obreros para el Arena Pantanal. Con una mujer y cuatro niños que mantener, buscaba con desesperación cualquier trabajo, y al fin y al cabo consiguió mucho más que solo eso.
“Ahora no solo tengo trabajo, sino uno que da buenas comidas, buen alojamiento y respeta mis derechos laborales –explicó con alegría–. Además, me han dado la oportunidad de hacer realidad uno de mis sueños: aprender a leer y escribir”.
Conociendo la famosa pasión por el fútbol de Brasil, era claro que la organización de la Copa Mundial de la FIFA™ se convertiría en un momento inolvidable para millones de brasileños. No obstante, lo que a veces pasa inadvertido en los preparativos cotidianos para el gran espectáculo es cuántas vidas están siendo transformadas en la gestación del gran acontecimiento futbolístico.
“Sé que mi trabajo en el estadio del Mundial terminará algún día –comenta Rodrigo-. Pero la formación y la experiencia adquiridas, aparte de los cambios en mi vida, todo eso siempre me acompañará. Este proyecto significa más que una oportunidad única en mi vida. Es la llave que abrirá otras puertas en mi futuro”.

*Con información de la FIFA

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