Sábado 14 de julio de 2012.– En muchos países del mundo, las ligas profesionales de fútbol llevan existiendo varias décadas. Japón, no obstante, ha demostrado que una liga de arranque tardío puede llegar a transformarse en un campeonato importante. Su J-League, de hecho, no se empezó a disputar hasta 1993, pero ahora está firmemente consolidada como la gran precursora del fútbol de clubes asiático. En el 20º aniversario de la creación de la competición, FIFA.com repasa su admirable ascensión.
Un auge temprano
En cierto modo, el primer campeonato de clubes de Japón, la Japan Soccer League (JSL), coincidió con el boom económico del país, que tuvo lugar desde la década de los 60 hasta los 80. Dicha liga aficionada de 12 equipos, fundada en 1965, tocó a su fin en 1992, cuando la Asociación Japonesa de Fútbol (JFA) decidió crear una liga profesional como consecuencia del primer triunfo de la selección nipona en la Copa Asiática, en la edición de 1992.
Hasta entonces, el golf y el béisbol venían llevando la voz cantante desde hacía tiempo entre los deportes japoneses, con el fútbol en un segundo plano. Sin embargo, con su gestión profesionalizada, la nueva liga cautivó a todo el país, y el fútbol empezó a hacerse sitio en las portadas de los periódicos. Uno de los principales atractivos de la incipiente liga eran sus fichajes extranjeros, muchos de ellos estrellas mundiales contrastadas.
Al frente de la lista figuró Zico, que ayudó al poco conocido Kashima Antlers a quedar subcampeón en la edición inaugural de la J-League. Luego vendría su compatriota Dunga, que se convirtió en el preferido de los aficionados locales mediante sus actuaciones con el Jubilo Iwata, mientras que el serbio Dragan Stojkovic se erigió en el mejor jugador del campeonato en 1995, jugando en el Nagoya Grampus a las órdenes de Arsene Wenger.
"Creo que la J-League es realmente notable por sus logros, habiendo generado cambios significativos en el fútbol japonés y en la sociedad deportiva. Una serie de excelentes jugadores se han desarrollado y, como resultado, los equipos nacionales de todos los niveles han progresado, así como los clubes japoneses han tenido éxito en las competiciones internacionales de prestigio. Todo esto se atribuye al desarrollo del fútbol y el espíritu de profesionalidad creado a través de los últimos 20 años", afirmó Kuniya Daini, presidente de la Federación Japonesa de Fútbol, en exclusiva a FIFA.com.
Los que más llamaban la atención, naturalmente, eran las primeras estrellas locales de la liga. La más destacada era Kazuyoshi Miura, que condujo al Verdy Kawasaki a ganar el título en las dos primeras ediciones. De hecho, la selección de Japón, liderada por el ‘King Kazu’ (“Rey Kazu”), y con figuras de la talla de Masashi Nakayama, Masami Ihara y Ruy Ramos, se quedó muy cerca de clasificarse para Estados Unidos 1994, y solamente dejó escapar el pase tras recibir un gol tardío en el 2-2 contra Irak.
Generación de oro
El éxito inmediato de la J-League llevó al Jubilo Iwata y al Bellmare Hiratsuka a incorporarse a ella en 1994, con lo que pasó a tener 12 equipos. Y en las siguientes cuatro campañas, 6 clubes más siguieron su ejemplo. La consecuencia fue que cada vez más espectadores acudían a los estadios, y la temporada de 1994 registró un promedio de asistencia récord, con una cifra de 19.598.
El buen funcionamiento de la liga brindaba a los jóvenes locales un marco perfecto para destaparse y desarrollarse, y varias estrellas en ciernes empezaron a dar el salto de calidad. Por citar algunos, Hidetoshi Nakata, Shinji Ono, Junichi Inamoto y Shunsuke Nakamura se convirtieron en los ídolos de la afición de sus clubes respectivos y de su selección, antes de ganarse sendos traspasos de campanillas a Europa.
De los avances de la J-League, se derivó como consecuencia natural el éxito continental de sus clubes. El Yokohama Flugels empezó ganando la Supercopa de Asia en 1995, y el Jubilo emuló la gesta cuatro años más tarde. La floreciente liga sentó unas bases sólidas para la selección japonesa, que volvió a proclamarse campeona de Asia en 2000, 2004 y 2011, tras haberse clasificado por primera vez para la Copa Mundial de la FIFA™ en Francia 1998.
Fábrica de estrellas
El éxito de la J-League no pasó desapercibido para la AFC, que la distinguió como la única liga asiática con la categoría A. La superioridad de Japón quedó también patente con los éxitos en la Liga de Campeones de la AFC, y el Urawa Red Diamonds se ciñó la corona en 2007, antes de que el Gamba Osaka le imitara al año siguiente.
Aún más impresionante es la cada vez mayor fabricación de talentos por parte de la liga, con la aparición de una hornada de prometedoras estrellas que conforman la columna vertebral de la actual selección nipona, a las órdenes del italiano Alberto Zaccheroni. Tanto Shinji Kagawa, el nuevo fichaje del Manchester United, como Shinji Okazaki, delantero del Stuttgart, empezaron a curtirse en la J-League. Asimismo, la ex figura del Nagoya Grampus Keisuke Honda, que ahora milita en el CSKA de Moscú, se ha convertido en la nueva figura carismática del equipo ruso.
Entre las revelaciones más recientes, el nuevo astro del Hannover Hiroki Sakai está iniciando su proceso de adaptación a la Bundesliga, mientras que su compañero en la selección sub-23 Hiroshi Kiyotake fichó recientemente por el Núremberg.
A la vista de cómo la J-League se está convirtiendo en un potente trampolín para los jóvenes, parece estar en vías de cumplir el objetivo que la JFA señaló en 2005: convertirse en una de las principales ligas del mundo.
*Con información de la FIFA
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