Miércoles 25 de abril de 2012.– La derrota global por 6-0 que el Guadalajara mexicano infligió al Comunicaciones guatemalteco en la primera final de la Copa de Campeones de la CONCACAF, en 1962, marcó la pauta de la serie de goleadas que se sucedieron en los partidos decisivos de la competición. En 1976, la final se saldó con un 8-2; tres años después se registró un 9-0; otros cuatro años más adelante, un 6-1; y de nuevo un 8-2 en 1990.
Sin embargo, para cuando el Guadalajara volvió a participar en la final de la Copa de Campeones en 2007 (el equipo se había proclamado subcampeón en 1963, pero en una fase de grupos decisiva), las goleadas eran ya historia. De hecho, un único gol había separado a los finalistas en siete de las ocho ediciones anteriores de este enfrentamiento.
En una final disputada entre compatriotas por quinta vez en seis años, se esperaba otro encuentro muy ajustado y reñido entre el Pachuca y el Guadalajara. La ida siguió el guión previsto: se saldó con empate a 2-2 en Jalisco. Tal día como hoy hace cinco años, cuando los goles a domicilio no contaban todavía el doble, Tuzos y Chivas se reencontraron en Hidalgo para disputar la vuelta.
Allí, antes del descanso, los locales debían haberse anotado la primera goleada en mucho tiempo en una final de la Copa de Campeones. Con el colombiano Andrés Chitiva en plenas facultades creativas, el Pachuca llegó a disfrutar de hasta 11 saques de esquina, por ninguno de sus rivales, y de una serie de disparos a puerta. Ninguno, sin embargo, logró superar a Luis Michel, guardameta del Guadalajara, muy inspirado también en la segunda mitad, en la que los visitantes crearon sus propias ocasiones, aunque sin acierto. Tras noventa minutos de juego, el marcador se mantenía igualado, y siguió así durante los treinta minutos adicionales.
Un campeón por penales
Por primera y única vez en la historia, la tanda de penales definiría al ganador de la Copa de Campeones, y determinaría qué equipo representaría en diciembre a la zona en la Copa Mundial de Clubes de la FIFA celebrada en Japón.
“Un campeonato mundial de clubes es la competición más bella después del Mundial, y estábamos desesperados por conseguirlo”, explicó el delantero del Pachuca Damián Álvarez. “Teníamos que haber ganado en el tiempo reglamentario, pero [Michel] hizo el partido de su vida. El ambiente estaba muy tenso de camino a los penales”.
Nadie lo diría, por la cualidad y sangre fría que se imprimió a cada lanzamiento. El delantero del Guadalajara Omar Bravo colocó el primero con mucha sangre fría, y Christian Giménez, el nº 19 de los Tuzos, introdujo el balón por la escuadra para subir el 1-1. Aquella soberbia tanda de penales siguió adelante, incluso con disparos de gran picardía, como el lanzamiento por el centro a lo Panenka de Gonzalo Pineda, del Guadalajara, hasta que los equipos quedaron empatados a 5-5. Por último, con el 6-6 en el marcador, terminó el pleno de transformaciones: Alberto Medina, de las Chivas, estampó el balón en el palo.
El fallo brindó al suplente Luis Ángel Landín, de 21 años, la oportunidad de otorgar la victoria al Pachuca. Landín no se amilanó y perforó sin piedad las mallas de Michel. El ganador de 2002 se impuso por fin al Guadalajara en la final más reñida de la historia de la Copa de Campeones, un triunfo que le reportó el billete para Japón.
“¡No he visto nunca un partido más tenso, agónico y espectacular!”, comentó Landín tras el encuentro. “Pusimos a la hinchada con los nervios de punta, pero todo ha valido la pena al final”.
*Con información de la FIFA
0 Comentarios