Primer scudetto para el Nápoles de Maradona

Jueves 10 de mayo de 2012.– A pocos extrañó que el Nápoles batiera récords por traspasos en 1984. Pero también muy pocos dieron crédito alguno a su insistencia en que el fichaje de Diego Armando Maradona permitiría al club romper la hegemonía de los equipos septentrionales y llevarse el scudetto al sur de la Italia continental por primera vez en la historia. No en vano, los Partenopei habían aflojado sumas sin precedentes en el mundo para hacerse con los servicios de Hasse Jeppson en 1952 y de Giuseppe Savoldi 23 años atrás, y ninguno de ellos les había proporcionado auténticas posibilidades de hacerse con el título. Además, su equipo acababa de concluir la temporada a un punto del descenso.
No obstante, los progresos empezaron a notarse. En la campaña del debut de Maradona, el Nápoles terminó en la zona media de la tabla y, a continuación, quedó tercero por detrás del Juventus, con cuyo triunfo los clubes del norte se adjudicaron la friolera de 79 títulos en 83 ediciones de la Serie A. En el sur, por el contrario, el dúo de la capital, Roma y Lazio, había conquistado tres scudetti entre ambos, y el Cagliari sardo uno solo.
El mago argentino proclamó que 1986/87 pertenecería al Nápoles. El resto de Italia ya había oído bravatas similares por parte del sur en más de una ocasión, y la opinión general apuntaba a que volvería a producirse una batalla a tres bandas entre Juventus, Roma e Inter de Milán. Entre los bianconeri de Rino Marchesi figuraban grandes futbolistas, como Gaetano Scirea, Antonio Cabrini, Michael Laudrup, Aldo Serena o Michel Platini. Los giallorossi de Sven-Goran Eriksson presentaban un mediocampo exquisito, con Carlo Ancelotti, Giuseppe Giannini, Bruno Conti y Zibi Boniek. Los nerazzurri de Giovanni Trapattoni contaban con hombres de la talla de Walter Zenga, Daniel Passarella, Giuseppe Bergomi, Alessandro Altobelli y Karl-Heinz Rummenigge.

Un empate inolvidable

Ottavio Bianchi tenía a su disposición tan sólo una gran figura, pero se sacó de la manga una de las campañas individuales más sublimes que haya conocido el fútbol italiano. Con la colaboración de Maradona, del joven defensa Ciro Ferrera y de dos nuevos fichajes, Fernando De Napoli y el delantero Andrea Carnevale, el Nápoles llegó a la penúltima jornada en primera posición, tres puntos por delante de la Juve y cuatro por encima del tercero, el Inter. Una victoria en casa contra el Fiorentina, hace 25 años este mismo jueves, proclamaría campeón al equipo meridional. Un resultado inferior podría despeñarlo de aquella cima histórica, pues al Nápoles le esperaba en la última jornada una dura prueba a domicilio, mientras que la Juve y el Inter jugarían ambos en casa.
Los más de 85.000 espectadores que abarrotaron el estadio San Paolo sufrieron en los primeros compases los titubeos del Nápoles, que no conseguía encontrarle el pulso al partido, y la consecuente amenaza del visitante. Sin embargo, apenas transcurrida media hora, el estadio se convirtió en un clamor cuando sus héroes se pusieron por delante con estilo. Maradona empezó la jugada del gol con un taconazo en su propia mitad del campo y, cuando volvió a recibir el balón, el número 10 envió un magnífico pase al hueco en la trayectoria de Carnevale, quien lo recibió con maestría en plena carrera, se libró de un rival y lo envió a Bruno Giordano. Este último jugó la pelota de tacón al primer toque (¡efectivamente, otro taconazo!) al paso de Carnevale, cuyo remate entre la defensa del Fiorentina acabó en el fondo de las mallas.
La alegría le duró poco al Nápoles, concretamente hasta que, de un soberbio tiro libre, Roberto Baggio anotó el primero de sus 205 goles en la Serie A y logró el definitivo empate para el Fiorentina antes del descanso. Sin embargo, a Maradona y los suyos les esperaban buenas noticias en el vestuario: el Inter iba perdiendo en Bérgamo contra el Atalanta, y la Juve empataba en Verona.
“La segunda parte se les hizo una vida a los napolitanos”, explicó Ferrera. “Ofrecimos una de nuestras peores actuaciones. Perdimos el ritmo y el Fiorentina nos dio muchos problemas”.
Mientras el Nápoles aguantaba como podía, la afición, con la radio pegada a la oreja, dejó escapar al unísono dos rugidos descomunales: el primero por la noticia de que el Inter acababa de perder, y el segundo por el definitivo empate a 1-1 del Juventus. El equipo debía aguantar tan sólo dos minutos, más el tiempo de descuento.
“En la segunda parte, los minutos se nos hicieron horas y, en los últimos instantes, parecían días”, recordaba Bianchi. A las 17:47, el árbitro pitó el final del encuentro y San Paolo se vino abajo.
"Es una sensación indescriptible”, exclamó Maradona. “Para mí, esto vale más que un Mundial. ¡Ahora soy napolitano!”.

*Con información de la FIFA

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