Viernes 22 de junio de 2012.– Australia tan solo necesitaba un empate en su último partido del Grupo E de la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Malasia 1997, en Kangar, para alcanzar la fase de eliminatorias. Aun así, prácticamente nadie se atrevía a apostar por los discípulos de Les Scheinflug.
La razón era que en su camino se interponía, hace quince años este sábado, una selección argentina considerada aún mejor que su victoriosa predecesora de la edición anterior, y que incluía a futuros internacionales absolutos como Leo Franco, Walter Samuel, Diego Placente, Lionel Scaloni, Esteban Cambiasso, Juan Román Riquelme y Bernardo Romeo.
Estos dos últimos solo tardaron nueve minutos en reforzar la idea de que los jóvenes Socceroos estaban sentenciados —y de que Canadá sería la acompañante de la Albiceleste en octavos—, cuando Riquelme asistió a Romeo para que este inaugurase el casillero. Los australianos tuvieron suerte de llegar con una desventaja de un solo tanto a la media hora de juego, ya que el dominio de su adversario era total.
No obstante, a partir de entonces David empezó a replicar a los golpes de Goliat: Ivan Zelic, Vince Grella y Brett Emerton llevaron peligro, y obtendrían su recompensa en el minuto 39. Kosta Salapasidis realizó una arrancada fulgurante para llegar al balón antes que Diego Markic, se deshizo de su oponente y batió al arquero mediante un disparo con el exterior de la bota. A continuación, apenas transcurridos 90 segundos, todos quedaron boquiabiertos cuando el mismo jugador puso el 2-1 al perforar la meta contraria después de que Bill Damianos, en una acción atrevida, colase el esférico entre las piernas de Markic.
Tras la reanudación argentina salió en tromba, pero, a pesar de tener la mayor parte de la posesión de la pelota, recibió un gol en un contragolpe a los diez minutos del segundo tiempo. Su bestia negra volvió a ser Salapasidis, quien firmó una tripleta en once minutos gracias a una magnífica jugada de Emerton por la banda derecha.
Un protagonista inesperado
Los argentinos fueron los dueños de la contienda a partir de entonces, pero sus acometidas se estrellaron una y otra vez contra los defensores Hayden Foxe, Con Blatsis y Lucas Neill, y el guardameta Danny Milosevic, que se impuso a Diego Quintana en tres manos a mano. Por último, después de un periodo de presión constante que pareció eterno —aunque durase solo un cuarto de hora—, el equipo de José Pékerman recortó distancias a través de Placente, muy atento para aprovechar un rechace.
Australia tenía veinte minutos para aferrarse a un triunfo que aseguraba su presencia en octavos, donde le aguardaba Japón, y que obligaría a los rioplatenses a medirse con un rival más complicado, Inglaterra. Así pues, trató de cerrar sus líneas a toda costa. Pero cuando parecía estar a punto de conseguir su objetivo, a los 88 minutos, Foxe cometió una mano dentro del área y el árbitro señaló el correspondiente penal. Riquelme, con gran sangre fría, materializó el 3-3. Los argentinos no se conformaron, y pusieron cerco a la puerta australiana.
Sin embargo, en el tiempo añadido Neill arrebató de manera impecable el balón a Pablo Aimar, que había empezado como suplente, y lanzó un contraataque. El ritmo vertiginoso de Salapasidis hizo que Scaloni provocase un penal, que el propio número 12 australiano se encargó de transformar. Era la cuarta diana de su cuenta particular, y daba a su equipo una asombrosa victoria por 4-3.
Scheinflug había recibido críticas antes del partido por mantener en el once inicial a Salapasidis en lugar de Danny Allsopp, ya que el primero había sido incapaz de marcar en los 173 minutos que disputó en los dos primeros compromisos de Australia, mientras que el segundo era el autor del hasta entonces único gol de su país, en solo siete minutos dentro de la cancha.
“¿Les ha servido como reivindicación?”, bromeó el técnico concluída la contienda. “argentina es un gran equipo, lleno de jugadores que van a competir al más alto nivel, pero, sencillamente, no han sabido pararlo [a Salapasidis]. No han podido contrarrestar su velocidad, y él estuvo acertadísimo en el remate”.
Aquella Albiceleste estelar acabaría adjudicándose la 11ª edición del torneo, pero los protagonistas de su única mácula en el certamen fueron, sin duda alguna, Salapasidis y los jóvenes Socceroos.
*Con información de la FIFA
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