Histórico Boca y deslumbrante Riquelme

Miércoles 20 de junio de 2012.– Tras saldarse la ida de la final de la Copa Libertadores 2007 con un triunfo por 3-0 de Boca Juniors ante el Gremio, todo el mundo coincidía en que el resultado había sido demasiado favorable para los locales. El equipo brasileño había recibido dos goles tras quedarse en inferioridad numérica en el minuto 58, y se había mostrado superior durante gran parte de un encuentro en el que el arquero argentino Mauricio Caranta se erigió en el héroe del partido.
Dada su buena actuación en La Bombonera, unida al hecho de contar con el ruidoso apoyo de la afición grêmista en su feudo del Estadio Olímpico de Porto Alegre, los hombres de Mano Menezes albergaban legítimas esperanzas de poder darle la vuelta a la tortilla hace exactamente cinco años. Y el conjunto negriazul, desde luego, empezó a cumplir brillantemente con su trabajo, dominando al equipo de Miguel Ángel Russo.
Sin embargo, Tuta y Carlos Eduardo desperdiciaron sendas ocasiones claras, mientras que Lucio remató fuera por poco con un par de demoledores disparos lejanos, Diego Souza y Rolando Schiavi se toparon con la madera, y Caranta atrapó con bravura un balón dividido cuando el tanto del Gremio se empezaba a mascar.
Durante toda la competición, Boca había contado con un jugador en vena de aciertos: Juan Román Riquelme. El equipo xeneize había estado al borde de la eliminación en la fase de grupos, pero el elegante cerebro dio un auténtico recital de creatividad en la última jornada y comandó el contundente 7-0 al Bolívar que significó el pasaporte a la fase de eliminatorias. Allí, Riquelme brilló y vio puerta en los dos encuentros de octavos de final (saldados con un triunfo global por 4-3 sobre Vélez Sarsfield), anotó en cuartos el tanto que a la postre liquidó al Libertad en la capital paraguaya y, a continuación, encabezó una vibrante remontada en la vuelta de la semifinal contra el Cúcuta Deportivo, antes de marcar un golazo de tiro libre e intervenir en los otros dos tantos de Boca en la ida de la final.
Sin embargo, Riquelme iba a reservar lo mejor de su repertorio para el final, empezando con una diana que, para muchos, fue la mejor en la historia de la Copa Libertadores. Cuando el número 10 de Boca (entonces cedido por el Villarreal) recibió el esférico en el vértice derecho del área en el minuto 68, la jugada no parecía revestir ningún peligro.
Riquelme, no obstante, se revolvió con una velocidad ultrasónica para enviar un zambombazo cruzado junto al segundo palo que apenas pudo rozar con la punta de los dedos el guardameta del Gremio, su compatriota Sebastián Saja.
Riquelme siempre ha sido famoso por sus jugadas de espectacular técnica, pero esa noche selló el triunfo por 0-2 de una forma atípica, metiendo la pierna valientemente entre dos defensas para remachar a la red un balón al que no tenía fácil acceso, a falta de diez minutos para el final.
Boca había ganado su cuarta Copa Libertadores en ocho años y la sexta en total, quedándose a sólo un título del equipo con más trofeos, Independiente. Los Xeneizes, además, obtuvieron el billete a la Copa Mundial de Clubes de la FIFA de ese año en Japón, al tiempo que registraban la victoria más abultada de la historia en una final del certamen. Y todos esos premios se los debió a un jugador...
“A una estrella como Riquelme, puedes hacerle un buen marcaje durante 89 minutos”, declaró Mano Menezes, “pero en un solo minuto es capaz de decidir el encuentro. Ha ganado la final para Boca. Es un jugador fenomenal, fabuloso”.
“Román es único”, apostilló con entusiasmo Martín Palermo, compañero en Boca del ex jugador del Barcelona. “Es capaz de hacer cosas que los demás ni siquiera podríamos soñar, y lo hace como si fuera sencillo”.
Y es que, aunque el 5-0 en el global de la final parezca indicar un triunfo cómodo de Boca, no habría sido posible sin una de las mejores actuaciones individuales jamás vistas sobre un campo de fútbol.

*Con información de la FIFA

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