Nilton Santos, una enciclopedia del fútbol

Martes 19 de junio de 2012.– Resulta difícil contextualizar con precisión lo que significó aquella jugada que hoy parece tan trivial. Habían transcurrido cuatro minutos del segundo tiempo, y Brasil iba ganando 1-0 a Austria en su estreno en la Copa Mundial de la FIFA 1958™. Fue entonces cuando el lateral izquierdo Nilton Santos recuperó un balón en defensa y avanzó. Llegó al mediocampo y se lo pasó a José Altafini, Mazzola. Entonces, ocurrió: en lugar de regresar a su puesto en la retaguardia tras haber asistido al atacante, continuó avanzando, y pidiendo la pelota. Hasta que la recibió y marcó, de un disparo preciso, el segundo tanto de la victoria por 3-0 de los suyos.
“En aquella época a un lateral le estaba casi prohibido pasar del mediocampo”, contaría Nilton Santos años después. “Dicen que Feola [Vicente, el entrenador], junto al césped, gritaba: ‘¡Vuelve! ¡Vuelve! ¡Está loco, está loco!’. Sé que, después de que yo marcase el gol, se limitó a mirarme y dijo: ‘¡Buena!”.
No era la primera vez en la historia que un lateral asumía riesgos en ataque. Tampoco fue el primer gol de Nilton Santos con la Seleção —ya había marcado mucho antes, en 1950—. Pero, simbólicamente, allí nacía, en un partido de la Copa Mundial de la FIFA, el concepto del lateral tal y como lo conocemos hoy en día: más que un simple central que actúa pegado a una banda. “El fútbol ha cambiado, y hoy es un gran negocio, mucho mayor que en mi época”, recordaría Nilton Santos. “Pero no envidio a los laterales de ahora por el dinero que ganan, sino por la libertad que tienen para atacar”.

En defensa propia

Todo eso se produjo porque, en un principio, Nilton era atacante. Cuando se incorporó al Botafogo en 1948, a los 23 años, el presidente del club, Carlito Rocha, pensó en usar sus habilidades en la zaga. A Nilton no le entusiasmaba demasiado la idea, pero aceptó hacer carrera como lateral izquierdo. Pese a todo, siempre renunció al juego contundente que caracterizaba a los defensores, y se enorgullecía de ello. “La única operación que he tenido en mi vida es la extracción de las amígdalas”, contaba. “Nunca me lesioné las rodillas, porque nunca hice barridos”.
Aun así, esa clase no agradaba necesariamente a quien compartía equipo con él, sobre todo a los entrenadores, desconformes con aquella osadía, precisamente, por parte de un defensor. Se cuenta, por ejemplo, que cuando Nilton Santos fue convocado por primera vez con la selección brasileña, en 1949, el técnico Flávio Costa hizo referencia a las botas que utilizaba, de punta redonda. “Un defensa de un equipo mío no puede jugar con botas así, sin punta”. Se dice que Nilton contestó con una única frase: “Yo no le doy al balón con la punta”.
Y por si hubiese dudas acerca de la veracidad de estas descripciones de Nilton Santos, se disipan con un solo hecho: justo en las décadas de 1950 y 1960, cuando el fútbol brasileño no dejaba de producir figuras, el lateral empezó a recibir el apodo de La Enciclopedia del Fútbol, sin que nadie cuestionase jamás sus méritos para ello. “Parece que no existía una situación en una cancha que sorprendiese a Nilton”, explica a FIFA.com Zagallo, su ex compañero de la banda izquierda tanto en el combinado nacional como en el Botafogo. “Solo había que verlo cinco minutos en el campo para darse cuenta de que lo sabía absolutamente todo del fútbol”.

Un pozo de sabiduría

Nilton Santos sabía tantísimo que incluso supo lo que tenía que hacer cuando sufrió uno de los regates más legendarios —y entre los legendarios, el que tuvo menos testigos— de la historia del fútbol brasileño. Era un entrenamiento como cualquier otro del Botafogo en 1953 y, como tantas veces, en los últimos minutos de la práctica colectiva algunos muchachos saltaron al terreno de juego. Pero esta vez la diferencia fue que uno de ellos, extremo derecho, en el primer balón que tocaba se lanzó sin mayor preámbulo contra Nilton Santos, y le pasó el esférico por debajo de las piernas...
Todos miraron estupefactos. “Cuando acabó el entrenamiento, en el vestuario, le dije a Gentil Cardoso [el entrenador]: ‘Mira, no sé si hay algún lateral que conseguirá parar a ese extremo derecho, pero yo no. Prefiero estar en su equipo. Es mejor ficharlo antes de que se vaya a otro club”. El Botafogo hizo caso a Nilton y contrató al muchacho. Ningún lateral conseguiría detenerlo durante más de un decenio. Era Garrincha.
Durante años, además de compañero en la conquista de tantos trofeos con el Botafogo y dos títulos mundiales con la selección brasileña, Garrincha fue una especie de hermano pequeño de Nilton Santos. “Compartían cuarto en la concentración, eran muy amigos.
Garrincha sentía un respeto por Nilton que era algo increíble”, recuerda Zagallo. Tanto es así que el propio Nilton Santos nunca ha dejado de contar que en su presencia Garrincha, bebedor empedernido, no se atrevía a tomar ni una sola gota de alcohol. Era el respeto que imponía una enciclopedia, dentro y fuera de la cancha.
Porque fuera del campo Nilton Santos fue un ejemplo de tradicionalismo y pureza, casi ingenuidad. “Toda la vida, cuando me ponía en la fila para recibir el salario, recuerdo que pensaba: ‘no puedo creer que me estén pagando por jugar al fútbol, que es lo que más me gusta”, contaba. A la vez, curiosamente, en el terreno de juego su clase y su habilidad hicieron más que honrar una tradición.
A su manera, la Enciclopedia del Fútbol revolucionó el término “lateral” en la historia del deporte rey. “Para alguien que jugaba tan bien, la posición era lo de menos”, señala el volante Zito, compañero suyo de los títulos de 1958 y 1962, en declaraciones a FIFA.com. “Y también porque, a fin de cuentas, Nilton Santos no era defensor, ni lateral. Era una estrella. Y punto”.

*Con información de la FIFA

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