Jueves 30 de agosto de 2012.– En los años sesenta, estrellas femeninas de la música pop componían canciones en honor de las heroicidades de algún que otro portero de fútbol. Desde entonces, las cosas han cambiado mucho. Ahora las mujeres ya no se colocan en la grada por detrás de la portería sino directamente bajo los tres palos. Baten récords, detienen balones en apariencia imparables, y cultivan con pasión su oficio. Una de esas mujeres es Hedvig Lindahl.
La mejor portera de Suecia en los años 2004, 2005 y 2009 acaba de exhibir recientemente sus facultades en el Torneo Olímpico de Fútbol Femenino en Londres, donde no pudo cumplir su sueño de colgarse una medalla al perder en cuartos de final contra Francia. FIFA.com habló con ella de su complicado oficio.
Lindahl, usted arrancó su carrera futbolística en el año 1987. ¿Cuándo decidió hacerse portera?
Creo que la decisión vino de forma natural. Mi madre dice que yo siempre tenía montones de energía, y que no paraba de correr y de saltar. Sencillamente me gustaba tirarme al suelo y hacer acrobacias, que es justo lo que los porteros suelen hacer. Teníamos dos manzanos en nuestro jardín. Los dos juntos formaban una portería estupenda, aunque nunca llegaron a dar manzanas [ríe]… También era jugadora de campo. De niña hacía de todo. Pero era una de esas jugadoras que siempre acababa defendiendo la portería. Desde los cuatro a los 12 años jugaba con los chicos. En nuestro equipo éramos tres los que queríamos ser porteros, de modo que tuve competencia desde el principio.
Lleva usted muchos años ocupando la portería de la selección sueca. En su opinión, ¿qué tal han evolucionado las arqueras en los últimos años?
Siempre ha habido arqueras buenas. Creo que la mayor diferencia respecto al pasado radica en el hecho de que cada vez hay más guardametas que hacen bien su trabajo. Así, por ejemplo, el nivel de la liga nacional más inferior es ahora mucho más alto que antes. Para hablar desde mi propia experiencia: si se quiere ser una de las mejores, es importante estar en excelentes condiciones físicas. No se puede ser una buena portera sin una mezcla de potencia y rendimiento cardiovascular. Cada vez hay más jugadoras con la ambición de sobresalir, pero para eso hay que ponerse en la mejor forma posible.
El juego en sí ha progresado, se ha hecho más rápido y más táctico. ¿Cómo ha cambiado su responsabilidad en lo que respecta a la comunicación con la línea defensiva?
El modo en que interpreto el juego no ha cesado de cambiar y de enriquecerse, pero es un poco difícil hacer generalizaciones en ese sentido. Cuando se es joven, la dificultad estriba en aprender la técnica. Más tarde lo difícil es aprender la táctica, o al menos ése fue mi caso. Tener una perspectiva más global de las cosas, en lugar de un ángulo de visión limitado, te permite ver todo el panorama y corregir las posiciones de las jugadoras que tienes por delante. Entonces puedes guiar e indicar hacia dónde deben moverse tus compañeras. Normalmente estoy muy callada, pero hay momentos en los que hablo mucho, y a veces grito como una loca. Actualmente tengo la sensación de que debo concentrarme más en mí propia actuación, porque el juego se está haciendo cada vez más rápido. Cuando jugamos en grandes torneos, tengo el control sobre mis dominios y mi principal prioridad es hacer bien mis propias tareas. Sólo en las situaciones delicadas me comunico con mis defensas y les doy indicaciones claras. Para eso hay que tener mucho conocimiento y saber cómo se resuelven las dificultades.
Antes un portero era una figura bastante solitaria. Hoy estamos mucho más relacionados con el resto del equipo. Nuestra posición puede tener una influencia determinante sobre los demás componentes del grupo, y sobre todo en la manera de defender en bloque.
¿Deberían poder jugar las mujeres en equipos de hombres?
Una pregunta interesante. Al comienzo de mi carrera, el nivel del fútbol en Suecia no era tan elevado como el de hoy. Así que me preguntaba si no podría fichar por un equipo masculino. En cualquier caso, ya he jugado con chicos, aunque eran un poco más jóvenes que yo [ríe]. También he entrenado con equipos de hombres. Pero por algún motivo, nunca se me ha presentado la ocasión de competir con ellos. Una pregunta que siempre me hacía era: ¿es justo que le quite el puesto a un hombre?
En Suecia hubo una guardameta que jugó para un equipo masculino de tercera división. No sé cuántos partidos duró, pero fueron unos cuantos. Yo no veo ningún problema ahí. En el fútbol masculino se juega a una velocidad mayor y las acciones son más duras. A veces un guardameta necesita eso. Ha habido épocas en las que he tenido que entrenar con un equipo de hombres para perfeccionar esos aspectos de mi juego. En la liga nacional es difícil prepararse bien para los campeonatos internacionales.
¿Observa a veces a los guardametas masculinos para ver cómo reaccionan en las distintas circunstancias?
Sí, por supuesto. He pasado mucho tiempo observando a los porteros en la Eurocopa, como por ejemplo a [Íker] Casillas y a [Gianluigi] Buffon. También me pareció muy interesante cómo manejaba los partidos [Manuel] Neuer, que es todo un innovador en ese terreno. Se pueden aprender muchas cosas estudiando lo que hacen los demás. Por ejemplo, la actuación de David de Gea en el Torneo Olímpico de Fútbol fue inspiradora. Me encantaría sentarme a hablar con estos chicos sobre los detalles de los partidos desde su perspectiva de porteros, pero no estoy segura de que ellos estarían igual de interesados [ríe]. Sencillamente me encantaría intercambiar conocimientos, eso sería muy interesante.
¿Quién es, a su juicio, el mejor portero de la actualidad?
Creo que Casillas es el mejor. Me ha gustado su estilo desde siempre. Es muy atlético y usa muy bien el cuerpo. No recurre al tamaño, porque tampoco es que sea muy grande. Es más bien explosivo y posee un excelente físico. Me gusta. A decir verdad, yo no soy de esa clase de hinchas del fútbol que sigue semana tras semana los partidos de liga. No sé decir si ha sido el mejor de todos.
*Con información de la FIFA



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