Jenny Chiu, delantera Sub-17

Lunes 17 de septiembre de 2012.– Carácter, fortaleza, habilidad; pero también, ternura, fragilidad, inteligencia y cordura, son algunas de las características que mejor podrían definir a Jenny Ana Chiu Amparán, Seleccionada Nacional Sub-17 nacida en El Paso Texas, hija de padre chino y madre mexicana.
Pese a no haber nacido en el país azteca, por las venas de esta delantera corre sangre Tricolor que la impulsan a dejar la piel cada vez que porta con orgullo la camiseta nacional.
A punto de cumplir los 17 años, Chiu Amparán está por vivir uno de sus más grandes sueños, por lo que ha jugado desde hace ya 10 años el deporte rey, y por lo que no le importa sacrificar otros tantos como futbolista con tal de pisar un campo mundialista. Jenny ha vivido momentos complicados que sin duda han marcado tanto su vida personal como deportiva. Hermana de dos hombres, uno de 19 años y otro de nueve, asegura haberse iniciado en el balompié gracias a su padre y a su hermano mayor, con quien inició su andar por las canchas.
Pero fue una pregunta de su papá lo que la hizo dedicarse al fútbol. Cuando su progenitor se dio cuenta de la habilidad con la que corría con el balón pegado a sus pies, él le abrió el camino al cuestionarla si quería tomar en serio a este deporte. Al ser la respuesta un SÍ rotundo, de inmediato comenzó a practicar con un entrenador personal y en equipos varoniles; desde entonces nadie la para.
Así es como la hoy enganche de la Selección Femenil Sub-17 tuvo sus inicios en el mundo del balón.
Seguidora del Barcelona, desea conocer al que ella considera el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, ya que piensa que su historia es muy bonita y que el jugador argentino es una inspiración para todos.
Es de destacar, que a su corta edad Jenny Chiu sabe perfectamente lo que quiere, nada la marea, sólo lucha día a día por conseguir sus sueños, lograr sus metas, superar sus retos.
Dice sentirse muy contenta con su presente, acaba de conseguir una beca en la Universidad de Carolina del Norte, por lo que de momento no piensa en Ligas ni en Clubes, sólo en dar todo por las Tar Heels y por su Selección Nacional, pero eso sí, participar en unos Juegos Olímpicos es uno de los más grandes sueños que tiene la mexicana.
Cursa el último año de la preparatoria y la joven futbolista quiere estudiar para ser cronista deportivo, narrar partidos de fútbol; sin embargo, le gusta también la escritura, aunque dice no ser buena para ello, Chiu disfruta hacerlo, saber que puede contar lo que piensa, crear historias.
Jugadora hábil con el balón, buena técnicamente, dice que debe trabajar más en sus medias lunas, en su movimiento cuando no tiene la pelota; con ella a sus pies, no hay nadie que la pare, gana en confianza; pero dicho por ella misma, cuando no la tiene, de momentos duda, por lo que trabaja en ello.
Con una enorme sonrisa en su rostro, relata el momento en el que México Sub-17 consiguió el pase a la Copa Mundial de la FIFA Azerbaiyán 2012:
“No hay algo mejor en el mundo como cuando me sentí en la calificación para el Mundial, estaba todo el equipo corriendo en el campo con la Bandera; fue como una película, no es algo que pase todos los días.”
Pero no todo ha sido color de rosa. Una importante lesión en la espalda ha marcado su vida, la ha hecho más fuerte, la ha convertido en una mujer de determinación y coraje.
Hoy su nombre está escrito en la lista final de la Selección Femenil Sub-17 que está por jugar la Copa del Mundo; pero el esfuerzo, el trabajo que hay detrás, las lágrimas de dolor que ha tenido que superar, son lo que hoy la tienen aquí, ya que la medicina dictaba lo contrario.
“No quería estar en mi casa y ver a mis compañeras por la tele jugando sin mi, yo quería estar viviéndolo, no quería perder la oportunidad, aunque me duela la espalda voy a hacer todo para seguir jugando, para salir adelante.”
Jenny asegura que sin el fútbol no sería la persona que es en la actualidad, el fútbol le ha cambiado la vida, su personalidad, le ha dado confianza:
“Sin el fútbol no sería lo que soy ahora, desde el momento en el que le dije sí a mi papá no he parado de jugar. Es una forma de vida, ya no puedo hacer lo que hacen las chicas de mi edad, sería una vida muy aburrida sin el fútbol. El fútbol es lo que me ha llevado por los días buenos y los malos, para todo me refugio en el. No hay otra cosa que me pueda hacer sentir lo mismo que el fútbol. Yo sé que sin el fútbol no sería quien soy ahora, no sería tan feliz y creo que seguiría siendo esa niña callada nada más viendo a mi alrededor.”

*Con información de la FEMEXFUT

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