Domingo 23 de diciembre, 2012.– El uruguayo Oscar Wáshington Tabárez es, sin lugar a dudas, uno de los principales responsables del renacer del fútbol uruguayo. Así lo demuestran los resultados, al margen de los últimos traspiés en la eliminatoria sudamericana, y así lo avalan los innumerables reconocimientos recibidos a lo largo de su trayectoria como el que acaba de otorgarle en diciembre la Asociación Uruguaya de Entrenadores de Fútbol (AUDEF).
Con clubes como Peñarol, Boca Juniors y AC Milan en su riquísimo currículum, el estratega se prepara ahora para un nuevo desafío: la primera Copa FIFA Confederaciones en la historia de la Celeste. De ese torneo, las tendencias cambiantes del fútbol moderno y la rivalidad con el fútbol brasileño habló el Maestro con FIFA.com. A continuación, compartimos la primera parte de esa entrevista.
Visítanos el miércoles 27 para leer la segunda parte de la entrevista.
Maestro, Uruguay jugará su primera Copa FIFA Confederaciones. ¿Con qué expectativas afronta esta nueva experiencia?
El objetivo, en primer lugar, es disfrutarla. Cada vez que se avecina una competición internacional con equipos tan importantes, como puede ser un torneo continental o mundial –la Confederaciones entra en esa categoría-, uno tiene la expectativa de llegar lo más lejos posible. Pero eso queda por debajo si recordamos lo que tuvimos que pasar cuando iniciamos este proceso: ¡lo que nos costaba conseguir un partido internacional con equipos de nivel! Hacía muchísimo tiempo, diecisiete años, que no ganábamos una Copa América. Por eso ahora que nos ganamos el derecho de disputar esta Copa, lo primero que tenemos que decir es que estamos satisfechos de poder disputarla. Después sí, con profesionalidad y sentido de la responsabilidad, nos prepararemos bien para hacer las cosas lo mejor posible.
España, Uruguay, Tahití. ¿Qué opina de su grupo en el torneo?
Tenemos claro que vamos a enfrentar a grandes equipos. España está marcando una época: gana los torneos más importantes, tiene un juego envidiado por el resto y una gran influencia en el fútbol de estos tiempos. El equipo africano, sea cuál sea, va a ser poderoso. Y lo de Tahití despierta mucho respeto y mucha curiosidad, a ver qué papel cumple. Será cuestión de prepararse bien, aunque sólo sabremos qué ocurre cuando haya terminado cada partido. Y en eso creo que tenemos un poco de experiencia: no podemos ilusionarnos demasiado ni ponernos en situación negativa de antemano. Lo sé yo y lo sabe este plantel de futbolistas.
Al margen de lo futbolístico, ¿en qué otros aspectos le servirá esta competencia?
Venimos a un torneo tradicional que, más allá del valor que tiene en sí mismo, representa una antesala del Mundial. Y no sólo para ver cómo están algunos equipos que podrían jugar en 2014, sino también en cuanto a la infraestructura que va a tener la Copa Mundial. Lo otro es la logística: ya hemos conseguido información sobre lo que se está haciendo, los campos de entrenamiento, los distintos estadios. Contamos con una idea ya, pero no hay que adelantarse: tenemos expectativas de poder estar en el Mundial, pero aún no la certeza. La eliminatoria es muy difícil y se nos ha complicado con malos resultados últimamente luego de haber obtenido un buen inicio. Si se va vislumbrando la posibilidad de clasificar en esas fechas, entonces sí será el momento de pensar en el lugar de residencia y entrenamientos de cara al año entrante.
El estar en grupos distintos con Brasil le significará, al menos por ahora, no tener que referirse al Maracanazo de 1950 ante los medios… ¿le incomoda que le hablen de revalidar aquella gesta constantemente?
No es que me incomode, pero tengo en claro que el fútbol ha evolucionado. Hay cosas que ocurrieron en determinados momentos porque las relaciones de fuerza, sobre todo en aquella época, eran de paridad. Lo que enaltece al Uruguay de 1950 es las condiciones en que ganó, pero no porque fuera inferior a Brasil futbolísticamente. Ahora la cosa ha cambiado, ya no es así.
¿Podría ampliar el concepto? Porque, de hecho, Uruguay siempre parece mejorar su rendimiento a la hora de enfrentar a Brasil.
Brasil es una potencia en cuanto a número de futbolistas, infraestructura y organización deportiva. Nosotros no tenemos esa cantidad de futbolistas de elite, aunque tenemos algunos, y eso hace que nuestro entusiasmo a la hora de jugar con Brasil crezca. Pero no tanto por la certeza de un resultado, sino por la motivación de enfrentar a un rival tan poderoso. Y eso va a seguir siendo así. Pero también hemos establecido y demostrado tanto en el Mundial como en la Copa América que con las condicionantes que tenemos, si logramos organizarnos y prepararnos bien, podemos ser un rival difícil para cualquiera.
Antes del sorteo lo vimos dialogando muy amistosamente con Luiz Felipe Scolari, recientemente apuntado al mando de la Seleção. ¿Qué le puede aportar su llegada a Brasil?
Fundamentalmente, la capacidad como entrenador que ya ha demostrado en muchas oportunidades. Y además su experiencia general y específica en la selección nacional, que es un medio muy particular. El cargo de por sí ya es difícil, pero en Brasil me parece que llega a su máxima dimensión. Voy a darle un ejemplo: los periodistas locales, en la conferencia de prensa, me hacían preguntas sobre el “estancamiento del fútbol brasileño”. Y yo me espantaba por dentro, con mucho respeto, claro… pero pensaba: “no, tienen una visión de la realidad demasiado exigente para consigo mismos”. No se puede ganar siempre, ¡ellos son los que más han ganado a nivel de torneos mundiales! Está claro que esa supremacía tal vez no pueda mantenerse indefinidamente, pero eso no implica que haya un estancamiento.
¿De qué dependen estas tendencias en el fútbol actual?
El fútbol está cada vez más globalizado, por lo que aparecen otros poderíos vinculados a lo organizativo: lo económico, los procesos de juveniles, los grandes procesos de trabajo que tienen raíces históricas surgidas bastantes años atrás. Un caso claro es el Barcelona. A todos nos maravilla la expresión que tiene, la mejor que yo haya visto. Pero no nació hace dos o tres años, ¿eh? El jugar como el Barcelona no es tan fácil como pasar por una vidriera, ver un traje que me gusta mucho, comprarlo y ya. El fútbol no es eso. El fútbol se trata de conseguir la tela, los botones, el sastre adecuado, hacerlo y ver después si me queda igual. Eso lleva mucho tiempo, mucho conocimiento y mucha preparación. Yo no sé lo que va a hacer Scolari, pero creo que intentará jugar atendiendo a las raíces históricas que tiene el fútbol de Brasil.
Menciona al Barcelona. ¿Le parece posible imitar su juego en una selección?
Cada entrenador tiene su estilo y cada federación su propia estrategia, todo a partir de su propia realidad. Yo creo que es hasta positivo que no todos imitemos al Barcelona, pues se transformaría en un fútbol aburrido si se pudiera hacer. Es bueno que haya diferentes maneras de jugar, distintas escuelas, y aprovechar estos grandes torneos para confrontarlas deportivamente y ver qué sucede. No para establecer quién es el mejor del mundo o de todos los tiempos, algo más mediático que real, pero sí para tener cada tanto estas grandes fiestas del fútbol como puede ser la Copa Confederaciones y, ni que hablar, una Copa Mundial.
*Con información de la FIFA
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