Viernes 11 de mayo de 2012.– En su obra El extraño misterioso, el escritor estadounidense Mark Twain afirmó que “la razón y la alegría no pueden convivir”. Aunque parezca una frase estrambótica, está muy cercana a la realidad, al menos a la del fútbol, si nos fijamos en la efusividad que suele acompañar a las grandes victorias.
Las celebraciones futbolísticas a menudo se vuelven incontrolables. Algunas rozan la locura o lo grotesco. Otras tienen un carácter más cómico.
Aunque los festejos futbolísticos puedan parecer a veces rutinarios, los acontecimientos que siguieron a los títulos conquistados el año pasado en Italia y en Inglaterra son únicos en su género.
El 15 de mayo de 2011, cuando el AC Milan celebraba su título de campeón, el centrocampista ghanés Kevin-Prince Boateng apareció disfrazado de Michael Jackson y se puso a bailar como si fuese el “Rey del Pop”, copiando su famoso moonwalk.
Boateng había prometido imitar a su cantante preferido si el club ganaba la liga. Sus pasos impresionaron a los aficionados y a la televisión italiana, que los comparó con los del astro fallecido. Sus compañeros apreciaron la exhibición, y Massimo Ambrosini llegó a declarar: “¡No está de broma! ¡Merecíamos de verdad el título!”.
El número de Boateng divirtió a los hinchas y a los demás jugadores. El del delantero internacional Wayne Rooney con el Manchester United fue más sorprendente todavía. Se afeitó los pelos del pecho para dibujar un 19, el total de ligas conseguidas por su club, y envió la foto a sus compañeros a través de Twitter.
Michael Owen reacciono así: “¡Nadie pensaba que Waza iba a enviar esta foto! Aún está más loco de lo que pensábamos”.
Fiesta en territorio hostil
Los seguidores uruguayos no olvidarán jamás la victoria de la Celeste en la Copa Mundial de la FIFA Brasil 1950™, cuando Obdulio Varela y los suyos se impusieron por 2-1 en la final en el famoso estadio de Maracaná, frente a la selección anfitriona.
Ese triunfo histórico estuvo acompañado de escenas de alegría extrañas, ya que Varela lo festejó con los hinchas brasileños, como narró el famoso escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro El fútbol a sol y sombra.
Alcides Ghiggia, compañero de Valera, recuerda muy bien aquellos momentos: “Después de la comida del mediodía, al día siguiente del partido, nos quedamos todos en el hotel. Había un bar en la esquina, y Varela decidió ir a tomar una cerveza. Allí los brasileños lo reconocieron y corearon su nombre con su acento. Se hizo amigo suyo, hasta el punto de que lloraron [tras la derrota en la final] cuando estaban sentados a su lado y bebían juntos. Fue algo increíble”.
Cincuenta años más tarde, los jugadores del Lyon celebraron su quinta liga francesa lejos de casa, en París. El 15 de abril de 2006, los lioneses seguían con atención el encuentro entre Lille y Burdeos, saldado con una victoria de los norteños (3-2) que permitió al Lyon proclamarse campeón sin ni siquiera disputar su partido correspondiente a la 35ª jornada de la Ligue 1.
En cuanto sonó el pitido final, los futbolistas del Lyon salieron del hotel y festejaron su título mediante un Haka, la danza ritual de los maoríes, con el maliense Mahamadou Diarra en primera línea.
¡Qué torpeza!
Sin abandonar Francia, el Lille logró un doblete de liga y copa la temporada pasada. El defensor Adil Rami había prometido una sorpresa a los seguidores de los Dogos como regalo de despedida antes de su marcha al Valencia.
Desde el comienzo de la fiesta, Rami, con el pelo teñido de rojo, vistió el traje de la mascota del club norteño, Doggy Dog. De esa guisa, bailó durante un buen rato en el medio del estadio, antes de saludar a sus hinchas y compañeros con el micrófono.
Por su parte, Essam El-Hadary, ex guardameta de la selección egipcia y del Al Ahly, tenía la costumbre de trepar al larguero cada vez que ganaba un título, ¡y comer allí una sandía!
Quizás esa costumbre proceda de su localidad de origen, Kafer Al-Batikh, que significa literalmente “pueblo de la sandía”, situado en la región de Damieta. Aunque el municipio no sea conocido por sus sandías, sin duda el nombre sirvió de inspiración a El-Hadary.
Lo ocurrido el año pasado en la presentación de la Copa del Rey a los seguidores del Real Madrid fue a la vez divertido y triste: el trofeo se le cayó a Sergio Ramos desde el autobús del equipo, ¡con la mala suerte de que quedó aplastado!
Ese accidente sirvió al menos a Ramos para demostrar que tenía sentido del humor. En su cuenta de Twitter, escribió: “Lo de la Copa fue un malentendido, no se cayó... saltó ella cuando llegó a Cibeles y vio tantos madridistas...”.
Y, por lo que parece, el arquero del Ajax Maarten Stekelenburg quiso seguir los pasos del central internacional español. Unos días después de aquel incidente el portero, de 29 años, tiró sin querer el escudo de la liga holandesa desde el autocar que llevaba al equipo a través de la ciudad para festejar el título tras seis años de sequía.
Celebraciones dolorosas
El lema del Borussia Dortmund es “amor verdadero”, pero durante las celebraciones de este año bien pudo haber sido “el amor no mata”.
Cuando el equipo festejaba la revalidación de su título de liga, el presidente del club se desgarró un músculo mientras intentaba escapar de Felipe Santana, quien quería rociarlo de cerveza y acabó haciéndole daño involuntariamente.
El dirigente del Borussia no fue la única víctima de aquella celebración, ya que Kevin Grosskreutz, unos días después de romperse la nariz en un entrenamiento, volvió a recibir un golpe, aunque se lo tomó con humor: “Ahora me la han roto del todo, pero es igual. Ya no siento ningún dolor”, dijo la figura emergente del fútbol alemán.
Este mismo jugador había participado en una fiesta de otro tipo el año pasado, tras conducir a su equipo a la conquista del campeonato. No se cortaba el pelo desde octubre de 2011: había prometido a sus compañeros que se lo dejaría crecer hasta que alzasen el título. Una vez conseguido el trofeo, Santana y Dedê lo trasquilaron al cero.
*Con información de la FIFA
0 Comentarios