Jueves 30 de agosto de 2012.– Desde hace cinco años, Maria Thorisdottir vive instalada en una encrucijada profesional. Aunque forma parte de la selección de Noruega que está disputando la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA, la defensora no cesa de preguntarse a qué deporte quiere dedicarse en los próximos años. Porque el hecho es que en su vida existe otra pasión aparte de la del fútbol: el balonmano.
Desde la infancia, Thorisdottir se ha multiplicado para conciliar esos dos amores, y tan grande era su deseo de cultivar ambos que nunca se paró a tomar una decisión. Incluso en Japón, durante la disputa de una Copa Mundial, Maria aún no sabe por cuál de los dos inclinarse. "Siempre me preguntan cuál voy a elegir, pero no tengo una respuesta clara", nos cuenta en su entrevista con FIFA.com. "Hasta ahora he optado por los dos, aun sabiendo que, si triunfaba en el fútbol, tendría que abandonar el balonmano, y viceversa".
El "problema" para Thorisdottir es que, desde muy temprano, demostró talento en ambas disciplinas, llegando a formar parte de las selecciones juveniles noruegas tanto de fútbol como de balonmano. Es una proeza ejemplar, pero no por eso las dudas dejan de crecer en su cabeza. "¿En cuál de los dos deportes soy mejor? Tal vez en el fútbol, no lo sé. Pero también soy buena en el balonmano", explica, o al menos lo intenta, con una sonrisa tímida. "Tengo mis puntos fuertes y débiles en ambos campos, pero creo que consigo trasladar lo que aprendo en uno al otro, y eso ayuda bastante".
En medio de tantas vacilaciones, la joven de 19 años al menos tiene una cosa clara: por culpa de una lesión en la rodilla, y de la correspondiente operación a la que fue sometida en noviembre de 2011, no podrá continuar dedicándose a los dos deportes, como había hecho hasta ahora. "Eso es cierto, la rodilla me sigue doliendo un poco", nos cuenta mientras se coloca una compresa de hielo en la pierna después del entrenamiento del miércoles. "En balonmano me acaba molestando más por los saltos; en el fútbol, no tanto. De todas formas, estoy contenta de estar aquí. No pensé que me recuperaría a tiempo".
De tal padre, tal hija
Thorisdottir comenzó a jugar al fútbol a los ocho años, antes de que el balonmano se cruzara en su vida. Pero habría sido prácticamente imposible que la vocación por el otro deporte no se manifestase. El motivo es que el padre de la jugadora es nada menos que Thorir Hergeisson, actual técnico de la selección femenina de balonmano de Noruega, que conquistó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Pero aunque Hergeisson, que llegó a entrenar a su propia hija en los juveniles, ha ejercido una fuerte influencia sobre la evolución de Maria, también le ha dado total libertad para que ella elija su camino. "A él también le preguntan cuál de los dos deportes voy a elegir", revela la jugadora. "Pero él me apoya en todo lo que hago, y creo que sería igual de feliz si yo optara por la natación. Él sabe que ésta es una decisión personal".
Con tantos acontecimientos importantes para su familia en las últimas semanas, la casa de Thorisdottir está en agitación continua. Maria, por ejemplo, siguió de cerca los pasos de su padre y de la selección femenina de balonmano en Londres antes de tomar el vuelo para Japón justo el día de la final olímpica contra Montenegro. "Fue duro. Todo el mundo quería ver el partido, y hasta intentamos acceder a Internet en el avión", recuerda. "Pero todo dejó de funcionar cuando empezamos a sobrevolar China. Así que no me enteré del resultado hasta que llegué aquí".
En busca de respuestas
El oro conquistado por el padre de Thorisdottir ciertamente inspiró a su hija y sus compañeras en la Copa Mundial Sub-20, sobre todo después de la dura derrota ante la RDP de Corea en el estreno. Bajo presión, las noruegas dieron muestras una gran capacidad de reacción en la victoria por remontada sobre Canadá, que prácticamente selló su pase a cuartos. "Nuestro entrenador nos motivó bastante entonces y demostramos que podíamos ir más lejos", recuerda Maria.
Thorisdottir no jugó en el tercer choque de grupos contra Argentina, resuelto con holgura por sus compañeras. En cambio ahora se muestra ansiosa de cara al enfrentamiento con la bestia negra de las noruegas, Alemania. De hecho, no quiere ni oír hablar del traumático encuentro reciente contra las germanas, en el que su selección sufrió un inmisericorde 8-1 adverso en la final del Campeonato Europeo Sub-19 de 2011. "Ni hablamos más de aquel partido. Eso es agua pasada", ataja. "Ellas son fuertes, pero nosotras también. Siento que vamos a ganar", proclama decidida.
Lo que no parece probable es que una victoria en ese duelo, o incluso una medalla de oro como la del padre, la ayuden a disipar muchas de esas dudas que aún la rondan.
*Con información de la FIFA



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