Domingo 15 de septiembre de 2013.- Cuando Gareth Bale se vista de blanco para disputar su primer partido con el Real Madrid, entrarĂ¡ a formar parte del pequeño grupo de internacionales galeses que han desempeñado su oficio en clubes extranjeros. Sin embargo, son muchas las grandes luminarias del PaĂs de Gales que han tratado de ampliar su fama en tierras forasteras.
El nombre de John Charles estĂ¡ grabado a fuego en la historia del Juventus desde que el jugador se convirtiĂ³ en el galĂ©s que mĂ¡s Ă©xitos ha cosechado fuera de las fronteras de su pequeño paĂs. El oriundo de Swansea, cuya altura y habilidad le permitĂan ocupar cualquier posiciĂ³n sobre el terreno de juego, conquistĂ³ tres tĂtulos de la Serie A y dos Copas de Italia durante los cinco años que pasĂ³ en las filas del equipo turinĂ©s. Charles fue elegido mejor jugador extranjero en los cien años de existencia de la Vecchia Signora, por delante de estrellas como Michael Laudrup o Michel Platini. Mientras estaba en la Juve formĂ³ parte de la selecciĂ³n de Gales que disputĂ³ la Copa Mundial de la FIFA™ en Suecia 1958.
Su 1,88 de estatura y su Ă©tica deportiva le valieron el apodo de “El gigante bueno”; de hecho, no recibiĂ³ ni una sola tarjeta en todo el tiempo que jugĂ³ en TurĂn. A continuaciĂ³n, pasĂ³ una temporada en el Roma. Tras su muerte en 2004, otro astro veterano de los bianconeri, Roberto Bettega, declarĂ³: “John es la persona que mejor ha encarnado el espĂritu del Juventus y que ha representado el deporte de la forma mĂ¡s pura y excelsa”.
Renacimiento en blanco y negro
La bandera galesa que Charles enarbolĂ³ en el Stadio delle Alpi pasĂ³ 30 años despuĂ©s a manos de Ian Rush, una de las figuras mĂ¡s prominentes de Los Dragones en la dĂ©cada de 1980. DespuĂ©s de un año triunfal con el Liverpool, en el que conquistĂ³ dos tĂtulos, el artillero aterrizĂ³ en el norte de Italia para enfundarse la casaca blanquinegra del conjunto piamontĂ©s.
Rush ha explicado con claridad meridiana las dificultades que entrañaba aclimatarse a Italia, las barreras culturales y lingĂ¼Ăsticas que implicaba el cambio, asĂ como la nueva ideologĂa futbolĂstica que habĂa que digerir, pero tambiĂ©n las bondades de la experiencia.
“No me arrepiento de haber ido”, comentĂ³ Rush. "La Ă©poca que estuve en el Juventus me hizo mejor persona y mejor jugador. Y lo mĂ¡s importante es que, si no hubiera asumido aquel reto, ahora no dejarĂa de pensar en lo que pudo haber sido y no fue”.
Otro compatriota que emprendiĂ³ desde Liverpool el viaje a tierras extranjeras fue el delantero Dean Saunders, quien fichĂ³ por el Galatasaray en respuesta a la llamada de su ex entrenador en Anfield, Graeme Souness, con la promesa de que vivirĂa "una gran experiencia". Y asĂ fue.
Saunders levantĂ³ la Copa de TurquĂa despuĂ©s de ver puerta en los dos partidos de la final y otorgar a los suyos la victoria por 2-1 en la prĂ³rroga sobre el Fenerbahçe, que supuso un momento mĂtico en la historia del fĂºtbol turco.
“MetĂ el balĂ³n en la porterĂa del Fenerbahçe por toda la escuadra en el minuto 116, y ganamos el trofeo”, recordaba. “No se me olvida la imagen impresionante de Souness plantando la bandera del Galatasaray en el cĂrculo central del campo del Fenerbahçe durante nuestras celebraciones; un gesto realmente osado, teniendo en cuenta la consideraciĂ³n con la que se trataban aquellas dos hinchadas”.
DespuĂ©s volverĂa a marcharse con Souness a otro grande europeo, el Benfica, junto con un contingente britĂ¡nico del que tambiĂ©n formĂ³ parte el internacional de Gales Mark Pembridge.
Mark Hughes es otro galĂ©s que ha dejado huella en el fĂºtbol forĂ¡neo, nada menos que con el Barcelona y el Bayern de MĂºnich. Si, por un lado, admite que fichĂ³ por el Barça demasiado pronto en su carrera, por el otro destaca que nunca ha olvidado las lecciones aprendidas en Alemania durante la temporada 1987/88. “El Bayern me enseĂ±Ă³ cĂ³mo se prepara un equipo mental y fĂsicamente en el punto mĂ¡s alto su forma”, ha puntualizado. “Tomaban suplementos y vitaminas, y trabajaban la prevenciĂ³n de las lesiones, la dieta y las tĂ©cnicas de rehidrataciĂ³n. Espero haber aprovechado bien aquellas lecciones a lo largo de mi carrera de entrenador. Me abrieron los ojos a otra forma de hacer las cosas”.
Aterrizajes en pista cubierta
Algunos han volado un poco mĂ¡s lejos. Uno de los lugares mĂ¡s inimaginables para encontrar a un galĂ©s es el Wichita Wings, donde recalĂ³ Mickey Thomas, ex extremo del Manchester United, y donde probĂ³ suerte en la liga de fĂºtbol sala de Estados Unidos.
"¡Menuda experiencia!", convino. "Nunca creĂ que fuera a acabar en un sitio como aquĂ©l, pero tengo que admitir que, desde el preciso momento en el que lleguĂ©, me lo pasĂ© en grande”.
Aunque la adaptaciĂ³n a la limitada condiciĂ³n fĂsica que la liga requerĂa representĂ³ un problema al principio, para Thomas supuso una vivencia totalmente increĂble jugar con una serie de futbolistas adorados en un rincĂ³n desconocido del mundo del fĂºtbol. “Me encantaba. En todos los partidos colgĂ¡bamos el letrero de no hay entradas en nuestro estadio de 10.000 localidades. Fue una experiencia fantĂ¡stica, que me ha dejado recuerdos entrañables”.
Antes que Thomas, Mike England, defensa del Tottenham Hotspur y el capitĂ¡n mĂ¡s joven que tuvo la selecciĂ³n de Gales con anterioridad a Aaron Ramsey, habĂa terminado su carrera en la liga de fĂºtbol sala con el Cleveland Force. TambiĂ©n habĂa disputado mĂ¡s de cien partidos con el Seattle Sounders, en la extinta North American Soccer League. Terry Yorath siguiĂ³ sus pasos, con su fichaje por el Vancouver Whitecaps.
Desde entonces, Carl Robinson, en cuyo palmarĂ©s figuran mĂ¡s de 50 partidos con la selecciĂ³n nacional, ha colgado recientemente las botas en el Red Bulls de Nueva York, donde militĂ³ tras una estancia en el Toronto FC, tambiĂ©n de la MLS.
Un club canadiense al que sigue perteneciendo el delantero Robert Earnshaw. Antes de mudarse al Toronto, Earnshaw jugaba en el Maccabi de Tel Aviv y se encontraba en Israel durante el conflicto de 2012 con Gaza, una Ă©poca en la que solĂa ver misiles volando por los aires. "Un dĂa, estĂ¡bamos a punto de empezar el entrenamiento cuando vimos los interceptores (porque nunca se sabe de dĂ³nde se han disparado los proyectiles) sobre nuestras cabezas".
"Estaban literalmente encima de nosotros y explotaron allĂ mismo”, explicĂ³. "Fue la locura. VeĂas cĂ³mo estallaban y luego, de 10 a 15 segundos despuĂ©s, te llegaba el sonido y oĂas la gran explosiĂ³n".
Bale confĂa en que la estancia en el Madrid le reporte grandes experiencias, pero seguro que ninguna de ellas superarĂ¡ en carga de adrenalina las aventuras de Earnshaw por tierras extrajeras.
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