Jueves 8 de marzo de 2012.– A diferencia de lo que indica el imaginario colectivo, convivir con una estrella del fútbol mundial en el seno familiar puede resultar complicado. Y más aún si se ejerce la misma profesión. Ese ha sido el caso de distintos jugadores a lo largo de la historia que, víctimas de la fama hereditaria, han visto sucumbir sus carreras con más pena que gloria.
Pero también los hay de otra clase. Futbolistas que, a fuerza de temperamento y perseverancia, han logrado forjar su camino por encima de la lupa implacable de los medios. Ese es el caso de Maximiliano Biancucchi, el argentino que disfruta en Paraguay de un espacio bien ganado. “Acá en Olimpia no soy el primo de Messi”, cuenta a FIFA.com.
Así es. Cuestiones del destino -¿o genética?-, Maxi es primo hermano de la estrella del FC Barcelona, una mochila que ha debido cargar en sus pasos recientes por el Flamengo y el Cruz Azul. “Me ha pasado alguna vez de jugar mal un partido y que digan que estoy en un club por ser ‘el primo de Messi’, y eso es como un puñal al estómago. No me molesta que digan que jugué mal, pero sí que duden de mis condiciones”, afirma quien, a fuerza de goles y desbordes, se ha vuelto una pieza fundamental del Olimpia que ilusiona a todo Paraguay en la Copa Libertadores.
Paraguay, país de adopción
Si algo caracteriza al delantero rosarino de 27 años, más allá de sus cualidades futbolísticas, es la perseverancia. Ya en edad de juveniles, tras quedar libre en San Lorenzo, se mudó en soledad a una pensión en Paraguay. Todo parecía marchar bien a pesar de las dificultades lógicas para un chico de su edad alejado de su familia, hasta que un traumatismo de cráneo sufrido durante su primer entrenamiento en Libertad lo obligó a descansar por siete meses.
Esa fue la primera de una larga serie de infortunios. Como él mismo reconoce. “No tuve suerte con las lesiones. Años más tarde, cuando estaba afianzándome en Flamengo, me desgarré y me reemplazó Renato Augusto. No paró de meter goles, ¡ahora juega en el Leverkusen! Y en Cruz Azul me pasó lo mismo: empecé bien, tuve la misma lesión y entró a jugar Javier Orozco, que convirtió cualquier cantidad de goles y llegó a la selección. ¡Yo hago famosos a los demás!”, recapitula entre risas.
Lo cierto es que la mala fortuna se terminó en el mismo lugar donde comenzó su historia: en Paraguay. Allí Maxi, de pierna derecha picante, aportó sus desbordes y asistencias en el tramo final del Clausura 2011 para catapultar a Olimpia a su primer título nacional en once años. “Fue impresionante ganar el campeonato en un club con tanta historia y tantos hinchas. Ahora estamos en la Copa y la gente está muy ilusionada”, reconoce entusiasmado por un inicio de temporada bien dulce con goles decisivos en las últimas dos victorias de su equipo, tanto en la Libertadores como en el torneo local.
“Es lo que busco”, aclara, al tiempo que revela sus objetivos inmediatos: “Quiero tener revancha y jugar un campeonato entero. Con continuidad es que uno puede mejorar y superarse, busco hacer un buen torneo y llegar lejos en la Copa”.
¿Una deuda pendiente?
Llamativamente, al igual que Lionel, Maxi ha forjado su carrera fuera de Argentina. Y en su sueño de regresar a su tierra natal, no tiene preferencias. “Siempre fui hincha de Newell’s y me encantaría ir allá alguna vez, pero no le cierro las puertas a ningún club”, asevera. No obstante, y al margen de las melancolías, este admirador de Javier Saviola tiene la mirada puesta en el torneo continental que Olimpia ha sabido conquistar en 1979, 1990 y 2002.
El Decano ocupa el Grupo 2 de la Libertadores junto a Emelec, Flamengo y Lanús, al que Maxi le marcó un verdadero golazo para sellar la victoria 2-1 a favor de los suyos en el debut. “Sabemos que no es fácil ganarla, pero estamos sumando experiencia con un buen comienzo. Es un torneo hermoso que ilusiona a todos. Empezamos bien, y ahora hay que seguir igual”, aclara quien ha hecho de su caso particular una verdadera filosofía futbolística tanto en Olimpia como en otros clubes guaraníes entre los que destacan Libertad, Tacuarí y Sportivo Luqueño, con el que fue campeón en 2007.
“En el fútbol la cosa es simple: si jugás bien te van a aplaudir y si jugás mal te van a insultar, ya seas el primo de Maradona, de Pelé o de quién sea. Leo es un fenómeno como jugador e incluso más como persona, pero yo quiero que se me juzgue por lo que hago dentro del campo”. Por lo demostrado con la camiseta número 7 de Olimpia, va camino de lograrlo.
*Con información de la FIFA
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