Miércoles 7 de marzo de 2012.– El Deportivo de la Coruña sabía que tres puntos en casa contra el París Saint-Germain, el 7 de marzo de 2001, lo dejaría al borde del pase a cuartos de final de la Liga de Campeones de la UEFA. Al contrario, la derrota le obligaría a sacar un buen resultado (probablemente una victoria) de su visita al AC Milan en su último partido del Grupo B. Sin embargo, la ovación que los aficionados dedicaron a sus héroes cuando saltaron al terreno de juego de Riazor se había convertido en un sonoro abucheo para cuando los jugadores enfilaron el camino de los vestuarios en el descanso. Jay-Jay Okocha había aprovechado un balón rechazado para poner por delante al PSG, poco antes de que Laurent Leroy superara en plena carrera a dos defensas por el carril izquierdo, se internara en el área y metiera un balón de rosca por la escuadra. Los visitantes acabaron la primera parte con dos goles de ventaja.
Mauro Silva, Djalminha, Roy Makaay y compañía se esperaban una sonora bronca del entrenador Javier Irureta en el vestuario. Curiosamente, se encontraron con su silencio. “En los primero cinco o seis minutos del descanso, no abrí la boca”, explicó. “Habían hecho una primera parte desastrosa, y quería que los jugadores se sentaran a reflexionar en silencio sobre lo que había pasado y pensaran en la forma de arreglar aquello”.
Las primeras palabras que pronunció Irureta fueron para anunciar que Walter Pandiani saldría en lugar de Emerson, y después pidió a sus hombres que marcaran un gol pronto. Efectivamente, el marcador cambió diez minutos después de la reanudación, pero por obra y gracia de Leroy, quien anotó su segundo gol de la noche para subir el 0-3.
Solamente un equipo en toda la historia de la Liga de Campeones había remontado un déficit de tres goles hasta conseguir la victoria: el Werder Bremen, que marcó cinco tantos en los últimos 25 minutos de su partido contra el Anderlecht, y terminó imponiéndose por 5-3 en el Weserstadion, en diciembre de 1993.
Pero Irureta no puso en práctica un ejercicio de limitación de daños, a pesar de que sabía que la diferencia de goles podría acabar decidiendo cuál de los dos equipos superaría el grupo, en el que también figuraba el Galatasaray. El técnico optó por sentar al centrocampista Fran y sacar en su lugar al delantero Diego Tristán, que esperaba impaciente en la banda a que le dieran entrada cuando Pandiani saltó más alto que su marcador para batir de un testarazo la puerta de Lionel Letizi por el segundo palo. Corría el minuto 58, y Tristán tuvo la oportunidad de saltar al terreno de juego. Momentos después, el delantero remataba de cabeza un saque de esquina y reducía a un solo tanto la ventaja del PSG.
El gol del empate del Depor en el minuto 76 no sólo se marcó de cabeza; también el pase decisivo se produjo de un cabezazo, concretamente de Makaay, que terminó rematando Pandiani. El uruguayo completó su tripleta y la épica remontada del equipo español a falta de seis minutos para el pitido final, cuando el ariete lanzó un balón imparable a lo alto de la red de los parisinos; de un cabezazo, naturalmente.
Al final, si los hombres de Luis Fernández hubieran aguantado hasta arrancar una victoria de Riazor, habrían sido ellos, y no el Deportivo, quienes se hubieran enfrentado al Leeds United en cuartos. Pero, aunque llevaron la voz cantante en los primeros 55 minutos, “El Rifle” los acalló con una ráfaga de maestría y sus esperanzas se desvanecieron como el humo.
*Con información de la FIFA
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