Miércoles 7 de marzo de 2012.– El AS Saint-Etienne es un club singular dentro del panorama del fútbol francés. Su historia la ha escrito con sus victorias, pero, paradójicamente, son sus fracasos los que han transformado esa historia en leyenda y han hecho entrar a los Verdes en el corazón de los franceses.
En su galería de clubes legendarios, FIFA.com cuelga hoy el retrato de una institución que reinó en el balompié galo y que estuvo muy cerca de hacerlo también en Europa.
El nacimiento de una institución
Dada su ubicación en una región industrial y obrera, no es de extrañar que la fundación del club tuviese sus orígenes entre trabajadores. En 1919, el Groupe Casino, una empresa del sector de la gran distribución, creó una sección deportiva en el seno de la “Amicale des employés de la Société des magasins Casino”. Así nació el A.S.C. y el deporte entró en la vida de los empleados del grupo, como ocurrió con el Sochaux entre los trabajadores de Peugeot. Sin embargo, la prohibición de utilizar un nombre comercial para una entidad deportiva condujo a que el nuevo equipo cambiase su denominación por la de “Amicale Sporting Club”, para poder conservar las iniciales ASC.
Los cimientos estaban puestos para la creación en 1927 de la Association Sportive de Saint-Etienne, tras fusionarse el ASC con el Stade Forézien Universitaire. En efecto, el nombre de la empresa ya no aparecía en la denominación del equipo, pero la cadena de tiendas iba a seguir indisolublemente unida al club durante toda su historia gracias a la elección de los colores. No en vano, el verde era el color primigenio de las tiendas Casino… y el de las cortinas del despacho de Geoffroy Guichard, su fundador.
Después de emplear el tiempo necesario en asegurarse una cierta estabilidad deportiva y administrativa (entre otras cosas, dotándose de un estadio), el ASSE emprendió la aventura del profesionalismo en el ejercicio 1933/34, en la segunda división. Allí permaneció cinco temporadas, antes de acceder por fin a la máxima categoría.
Se forja la leyenda
¡Y de qué forma! En la última jornada, los Verdes necesitaban una victoria, pero al descanso estaban atascados en un 2-2 frente al Tourcoing. 45 minutos más tarde, el resultado era de 7-2 para un club que ya contaba con peñas oficiales de seguidores desde 1934. Tras quedar 4º en su primera campaña entre la élite, el Saint-Etienne superó sin excesivos sobresaltos (pero tampoco sin brillo) un periodo agitado para el fútbol francés, marcado sobre todo por la II Guerra Mundial.
Entrenado por su antiguo jugador Jean Snella, el ASSE conquistó su primer trofeo en 1955 (la modesta Copa Charles Drago, que enfrentaba a los equipos eliminados de la Copa de Francia antes de los cuartos de final); un aperitivo previo a su primer título de campeón de Francia, obtenido en 1957. Fue el comienzo de un largo periodo que vería al Saint-Etienne dominar el fútbol galo hasta principios de los 80.
A ese triunfo de 1957 se añadieron otras 4 ligas en los años 60 (1964, 1967, 1968 y 1969), otras 4 en la década siguiente (1970, 1974, 1975 y 1976), y hasta 6 Copas de Francia en todo ese periodo (1962, 1968, 1970, 1974, 1975 y 1977). Esa repleta vitrina de trofeos permitió al club entrar en los anales futbolísticos, pero fueron partidos aderezados de leyendas y de aventuras humanas los que hicieron meterse a los Verdes en el corazón de los aficionados (del departamento de Loira primero, y de toda Francia después).
En el apartado de las gestas, el Saint-Etienne se adjudicó el primero de sus 4 dobletes Copa-liga en 1968 bajo la dirección del mítico Albert Batteux (quien ya había escrito la epopeya del Reims en los años 50), ganó 4 ligas seguidas entre 1967 y 1970 (una primicia en el fútbol francés) y superó de forma encomiable los golpes más duros. Así, aunque bajó a segunda división en 1962, logró conquistar la Copa de Francia antes de descender, recuperó la categoría al año siguiente ¡y se proclamó campeón liguero como recién ascendido!
Entre los héroes de esa época dorada, René Domingo disputó 537 encuentros con la camiseta verde, y Salif Keita cautivó al público con sus infinitos goles, pases, regates y cabalgadas; mientras que Rachid Mekhloufi, Dominique Rocheteau, Jean-Michel Larqué, Hervé Revelli, Ivan Curkovic, Oswaldo Piazza o Robert Herbin (luego también como entrenador) eran tan eficaces en el terreno de juego como fascinantes lejos del césped. En todo caso, el ASSE debe su lugar en la leyenda del fútbol galo a sus éxitos, como es lógico, pero también (y, tal vez, sobre todo)… a una derrota.
Tras una patente irregularidad en sus campañas europeas desde su primera participación en 1957, el Saint-Etienne logró por fin enlazar los buenos resultados en el curso 1975/76, en una época en la que ver a un equipo francés pasar una ronda adquiría tintes de hazaña. Los Verdes eliminaron sucesivamente al KB Copenhague, el Glasgow Rangers, el Dinamo de Kiev y el PSV Eindhoven. En la final de Glasgow, se enfrentaban al Bayern de Múnich, doble defensor del título. El Saint-Etienne dominó y remató dos veces a la madera (lo que inspiró en Francia la leyenda maldita de los postes “cuadrados”, mientras que, con unos postes “redondos”, quizás el esférico habría traspasado la línea de gol…), antes de inclinarse por un tanto obra de Franz Roth.
A pesar de la derrota, los hombres de Herbin fueron recibidos como héroes a su regreso a Francia por el Presidente de la República, Valéry Giscard d’Estaing, y desfilaron por los Campos Elíseos parisinos ante decenas de miles de franceses tristes, pero a la vez orgullosos de la actuación de sus compatriotas. Fue el final de la gran epopeya de los Verdes, que vivieron un efímero resurgir en 1979 con la contratación de Michel Platini, principal artífice del último título liguero que luce en su palmarés (obtenido en 1981). A continuación tuvo lugar una larga travesía del desierto marcada por varios descensos; algunos de ellos administrativos por causas extradeportivas.
En la actualidad
En 2004, después de varios lustros ejerciendo de equipo ascensor, el Saint-Etienne regresó a la Ligue 1 para quedarse. En general, desde entonces, se ha afianzado en la primera mitad de la tabla e, incluso, regresó a Europa en 2008, para alcanzar los octavos de final de la Copa de la UEFA 2008/09.
Este curso, entrenados por Christophe Galtier, los Verdes vuelven a tener a su alcance los puestos europeos, gracias a una plantilla que combina asiduos de la primera división gala con algunas jóvenes promesas procedentes de la cantera. Su afición, igual de fiel y apasionada que siempre, arde en deseos de vibrar con nuevas hazañas nacionales y continentales.
El estadio
El estadio Geoffroy-Guichard, inaugurado en 1931 (antes incluso de que el club se hiciese profesional), es uno de los recintos futbolísticos con un ambiente más intenso de Francia, lo que le ha valido el apodo de la Caldera. Aunque solamente contaba con una tribuna de 1.000 localidades en sus inicios, el feudo de los Verdes se ha sometido a varias remodelaciones a lo largo de su historia. La última tuvo lugar con motivo de la Copa Mundial de la FIFA Francia 1998, y aumentó su capacidad hasta los 35.616 espectadores. Próximamente dará cabida a 5.000 más para la Eurocopa 2016, y albergará un museo dedicado a la rica historia del club.
La mayor afluencia registrada data de mayo de 1985, con la visita del Lille en los cuartos de final de la Copa de Francia. Aquel día, antes de que las localidades de asiento se hiciesen obligatorias en todo el estadio, 47.747 aficionados hicieron hervir la Caldera al rojo vivo.
*Con información de la FIFA
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