Lunes 11 de junio de 2012.– Robert Prosinecki era un jugador sorprendente. Pregúntenselo si no a Arthur Numan, defensa de los Países Bajos, que se quedó completamente obnubilado en una acción del director de juego croata durante el partido por el tercer puesto de la Copa Mundial de la FIFA Francia 1998, culminada con un gol sublime. Igual de sorprendente es el hecho de que Prosinecki jugara en el Real Madrid y el Barcelona sin levantar ningún trofeo de campeón, si bien pudo alzar la Copa de Europa con el Estrella Roja de Belgrado.
Pero acaso quien más sorprendido esté de la trayectoria del director de orquesta croata sea su primer entrenador en el Dinamo de Zagreb, Miroslav Blazevic, que lo descartó en su momento con estas palabras: "Si este chaval llega a futbolista profesional, yo me como mi diploma de técnico". Luego, el genio rubio jugó y marcó en la Copa Mundial con dos selecciones diferentes (la de Yugoslavia, en 1990, y la de Croacia, en 1998), y fue elegido mejor jugador joven en la cita mundialista de Italia 1990 y mejor jugador de la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Chile 1987.
No sabemos qué ha sido del diploma de Blazevic, pero sí sabemos que la historia continúa para uno de los más grandes jugadores del fútbol balcánico, instalado desde diciembre de 2010 en el banquillo del Estrella Roja. FIFA.com conversó con él.
Sr. Prosinecki, un año y medio después de su estreno en los banquillos, ¿cómo se siente en el puesto de entrenador?
¡Muy bien! El oficio era nuevo para mí pero yo sabía dónde me estaba metiendo. Viví grandes momentos como jugador en este club y se me ocurrió que lo mejor que podía hacer es tratar de vivir lo mismo como entrenador. Este año hemos ganado la Copa. El siguiente objetivo es ganar el campeonato y regresar a la Liga de Campeones. Desde luego que lo puedo hacer mejor, pero lo que ya he hecho no está tan mal.
¿Qué estilo de juego trata de poner en práctica?
Es difícil forjarse un estilo y decidir "voy a jugar de tal manera" si no tienes los efectivos necesarios. Para tener de verdad un estilo y poder imponerlo, hace falta contar con jugadores que estén entre los mejores del mundo. Esto no es más que el campeonato serbio. Tratamos de jugar un 4-3-3 practicando un fútbol técnico que siempre ha sido la marca de fábrica del club. Ganar es importante, pero ganar jugando bien lo es todavía más. Ésa es la filosofía del club y la mía. No es muy original, pero todos los entrenadores que aspiran a eso tratan de inspirarse en el FC Barcelona. Evidentemente, no lo podemos hacer igual, porque lo que ellos hacen es único. Pero sí podemos tratar.
Cuando te llamas Robert Prosinecki, ¿es fácil ganarse el respeto inmediato de los jugadores?
Digamos que mi nombre les suena, pero la mayoría de ellos no me han visto jugar (ríe). Mi pasado como futbolista comporta un cierto peso, porque se espera mucho de mí, pero también me da mucha motivación para llevar al Estrella Roja hasta el mismo nivel, al menos en el plano nacional, que cuando yo era jugador. Ahora bien, me doy cuenta todos los días de que es un oficio mucho más exigente que el de futbolista. Cuando juegas al fútbol, la presión dura 90 minutos y, ganes o pierdas, remite hasta el saque inicial del partido siguiente. En cambio, si eres entrenador, la presión es constante. Y se gane o se pierda, la semana es igual de difícil: siempre hay cosas que preparar y hay que pensar en todo, no sólo en lo que respecta a uno mismo sino en lo que respecta a los 30 jugadores, que deben conocer lo mejor posible a su próximo adversario. Un entrenador pasa noches en blanco para que sus jugadores puedan dormir tranquilos.
¿Sigue habiendo el mismo talento en el fútbol balcánico, o su generación fue una excepción?
Sigue habiendo talento. Pero el problema no es tener jugadores de talento. Es retener y explotar ese talento. Un jugador de 18 o 19 años ya no piensa en el entorno en el que mejor podrá expresar su valía, sino en el club que pagará más por ella. Es el problema que tienen todos los clubes balcánicos, que deben vender a sus jugadores para sobrevivir. Pero el talento bruto sigue existiendo, en Serbia, en Croacia, en Bosnia. Prueba de ello es que sus selecciones nacionales se clasifican para los grandes torneos.
¿Qué significó en su carrera su victoria en la Copa de Europa contra el Olympique de Marsella en 1991?
Fue sin duda el momento más bello de nuestras carreras. No solamente ganamos aquella Copa de Europa, sino que además lo hicimos con un equipo de jugadores yugoslavos. Desde luego que no fue un partido muy agradable de ver (ndlr: 0-0, 5-4 pen.), pero 20 años después, ¿quién se acuerda de eso? Nadie me habla de cómo jugué aquel día, aunque algunos me dicen que tuvimos suerte. En cambio, todo el mundo sabe que fuimos campeones de Europa. Aquello abrió las puertas del extranjero a los jugadores yugoslavos. Yo fiché por el Real Madrid; Sinisa Mihajlovic, Vladimir Jugovic, Darko Pancev y Dejan Savicevic se fueron a Italia.
¿Lamenta que aquel equipo no jugara más tiempo junto?
Entonces no lo sabíamos, pero unos meses más tarde, la guerra lo cambiaría todo, tanto en lo referente a nuestras relaciones como en cuanto al futuro que podría haber tenido aquel equipo. No tuvimos tiempo de llevar a término aquella experiencia ni de aprovecharla. Si aquel equipo hubiera podido evolucionar unos años más con los mismos jugadores, acaso podría haber dominado el fútbol europeo. Por eso insisto tanto en la importancia de la continuidad para un club.
Cuando empezó la guerra en la antigua Yugoslavia, ¿cómo vivía usted la situación día a día?
La viví a distancia. Me había marchado al Real Madrid, era joven, no tenía más que 21 o 22 años, y estaba lejos de los míos. Era difícil hablar a las personas que tenía a mi alrededor sin saber español y en aquel vestuario estaba rodeado de gente que no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo en mi país. Sobre todo porque nadie previó que alcanzaría semejantes proporciones. En aquella época no había ni Internet ni móviles. Para tener noticias de mi patria y de mi familia, había que esperar la información o las llamadas de teléfono. Puede imaginarse en qué estado de ánimo iba yo a entrenar o a disputar los partidos sabiendo que mi país estaba en guerra. Yo trataba de repetirme que era un profesional, que Zagreb no se estaba viendo demasiado afectada y que mi familia estaba menos amenazada. Pero era verdaderamente difícil…
¿Ser un entrenador croata en Serbia se ha convertido en algo normal hoy en día?
No, todavía no. Pero ha pasado mucho tiempo y las cosas han mejorado. Croacia sigue siendo mi país, pero yo vivo y soy feliz en Serbia, lo cual era imposible de imaginar hace 10 años. El tiempo y el deporte pueden cambiar muchas cosas. En Belgrado me siento como en mi casa. Yo jugué aquí, me batí por el Estrella Roja, gané la Copa de Europa y eso me confiere un salvoconducto especial. Regresé hace año y medio y jamás he tenido el más mínimo problema, la más mínima preocupación. Me han hecho sentir que estoy en mi casa, lo cual me ha dado mucha confianza para trabajar con toda tranquilidad. Pero yo soy un caso particular; sin duda las cosas son diferentes fuera del entorno del fútbol.
Con el Real Madrid perdió dos veces la liga española en la última jornada y sufrió numerosas lesiones. ¿Guarda buenos recuerdos de su estancia allí a pesar de todo?
(ríe) Eso es verdad, pero yo no lo veo como una desgracia. Cuando las cosas no salen bien, no hay mucho que se pueda hacer. Por supuesto que mi carrera podría haber sido mejor en Madrid, porque al final sólo se suelen recordar los títulos, pero estoy contento de lo que hice allí. Logré imponerme en una época en la que las plazas de futbolistas extranjeros eran limitadas, descubrí otro fútbol y otra vida, y pese a mis problemas físicos y a esos dos títulos perdidos, jamás me sentí excluido del equipo.
¿Siente lo mismo acerca de su paso por el FC Barcelona?
Todo jugador sueña con jugar en el Real Madrid o en el Barça. ¡Yo jugué en los dos! Y guardo recuerdos maravillosos. También tengo la impresión de haber dejado buenos recuerdos en las dos casas. No creo que haya muchos jugadores que hayan portado las dos camisetas y que hayan dejado una buena impresión en ambos clubes. Cuando veo lo bien que me reciben hoy tanto en el Real Madrid como en el Barcelona, pienso que mi estancia allí no fue completamente en vano.
El Real Madrid y el Barça son dos de los mejores equipos del mundo actualmente. ¿En cuál de los dos sistemas se sentiría más a gusto Robert Prosinecki como futbolista?
El juego del Barça en estos últimos años es sencillamente fenomenal. Pueden perder algunos partidos y no ganar la liga española ni la Liga de Campeones, pero lo que han conseguido a lo largo de este periodo es formidable. Cuando yo estaba en el Barça a las órdenes de Johan Cruyff, ya había ese estilo de juego, y por tanto pienso que como jugador me sentiría muy bien en el Barça actual. ¡Pero soy del Real Madrid! Y aunque aprecio la filosofía y el estilo de juego barcelonistas, preferiría volver a jugar con la camiseta blanca.
¿Y en el banquillo, a cuál se parece más su método como entrenador, al de José Mourinho o al de Pep Guardiola?
Mourinho es un grandísimo entrenador, sin duda estamos hablando de uno de los mejores del mundo. No hay más que ver los resultados que obtiene por dondequiera que pasa. Él sabe ganar y hacer que sus jugadores progresen. Pero Guardiola representa más bien la inversión a largo plazo, la continuidad. Pone el acento en lo que él mismo era, un canterano del Barça. En el estilo y en la concepción del oficio, me siento más cerca de Guardiola.
Usted nació en Alemania, ganó al Bayern de Múnich con el Estrella Roja en 1991 y a la Mannschaft con la selección de Croacia en la Copa Mundial de la FIFA Francia 1998? ¿Resulta especial lucirse frente al país donde se ha nacido?
Yo nací y viví 10 años en Alemania, porque mis padres trabajaban allí entonces, pero nunca he sentido nada particular al jugar contra equipos alemanes. No obstante, en el ámbito del fútbol hay que ser conscientes de lo que representan los alemanes para darse cuenta de lo que nosotros logramos con equipos mucho más modestos. Estamos hablando de Alemania, el equipo que no tiene debilidades, que siempre es favorito, que está siempre a la vanguardia de todas las competiciones. Cuando te toca jugar contra el Bayern en semifinales o contra la Mannschaft en cuartos de final de un torneo, ganarles es casi siempre una misión imposible. Nadie es favorito contra Alemania. Es como pensar que un club pequeño puede superar al Real Madrid o al Barcelona hoy en día. Pero nosotros ganamos en Múnich la semifinal de la Copa de Europa, y vencimos a Alemania en cuartos de final del Mundial.
A propósito de eso, justo después de esa victoria contra los alemanes, Croacia cayó en semifinales contra Francia por 2-1. ¿Qué les faltó aquel día?
Nosotros teníamos la mejor selección croata de la historia. Pero si Francia ganó aquel partido y la Copa Mundial, la razón es sencilla: ¡era un equipo fantástico! Dicho eso, nosotros estuvimos muy cerca. Lo teníamos todo para imponernos en aquel encuentro, pero de repente ocurrió lo que a veces sucede en el fútbol: lo imposible. ¿Cuántos goles había marcado Liliam Thuram antes de aquel partido? Ninguno. ¿Cuántos goles marcó después? Ninguno. Y sin embargo aquel día hizo dos… Así es el fútbol. Croacia tenía un equipo para ganar el Mundial, máxime teniendo en cuenta que en aquella época la selección de Brasil no estaba en su mejor momento. A veces hace falta un poco de suerte, y aquel día la fortuna se alió con los del otro bando.
Como en aquel otro partido de cuartos de final que perdió con Yugoslavia en la tanda de penales contra Argentina en Italia 1990…
Exacto. Ahí también teníamos un gran equipo, perfectamente capaz de llegar hasta el final, pero a veces hace falta un poco más que talento para hacerse con la victoria. Ese poco más se nos ha escapado siempre. Yo jugué en dos selecciones que podrían haber ganado el Mundial, pero lo que queda es que no lo gané.
Para concluir, ¿qué jugador incorporaría a su equipo para actuar como el Robert Prosinecki del presente?
Cuando veo jugar a Lionel Messi, me digo que no recuerdo haber visto a nadie hacer lo que él hace. Pero el futbolista que yo elegiría para mi plantilla, ése que tiene algo verdaderamente extraordinario y que es capaz de marcar la diferencia en un equipo, es Andrés Iniesta.
*Con información de la FIFA
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