Dos todoterrenos en el campo

Jueves 6 de septiembre de 2012.– Encontrar un centrocampista habilidoso y que además sobresalga tanto en tareas defensivas como en la subida al ataque puede ser la solución para el buen funcionamiento de muchos equipos. Imaginemos lo que supone, entonces, dar con dos futbolistas de estas características poco antes de la celebración de una Copa Mundial de la FIFA: la campaña lo tendrá todo para ser un éxito. Es lo que le ha sucedido en la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA a Estados Unidos, que está mostrando un equilibrio perfecto en la línea medular gracias a Vanessa Di Bernardo y Morgan Brian.
Ambas están teniendo una actuación destacada —brillaron especialmente en las últimas victorias de su equipo—, y han contribuido a situar a su país en la final de la prueba, consolidándose así como una especie de motor del conjunto de las barras y estrellas: todo se origina en su sector del campo, ya sea en la protección de la retaguardia o en funciones de apoyo a las atacantes. “Creo que hacemos un buen trabajo juntas, porque estamos intercambiando posiciones constantemente”, asegura Di Bernardo a FIFA.com. “Intentamos alternarnos en defensa y salir con velocidad. Tenemos una buena comunicación, y eso ciertamente ayuda”, completa Brian.
En el triángulo establecido por el técnico Steve Swanson en el mediocampo, Sarah Killion es la única con una función más definida, en su caso defensiva. Más adelante, sin embargo, impera la libertad. La número 10, Di Bernardo, por ejemplo, actúa como segunda volante, aunque no le importa subir para probar suerte en el disparo. Brian, número 6, es más ofensiva, pero no por eso deja de luchar junto a sus compañeras de la zaga.
“Antes del torneo las dos estábamos jugando más como centrocampistas ofensivas, aunque nunca hemos dejado de cambiar de posición”, explica Brian. “Ahora, ella [Di Bernardo] se queda más atrás, lo que me da tranquilidad para salir con el balón, y también aporta equilibrio al equipo”.

Amistad, respeto y goles

Y, mejor aún para Estados Unidos, esta complementariedad se ha producido de manera casi natural: de hecho, hasta enero de este año nunca habían actuado juntas en las categorías inferiores de la selección norteamericana. Durante este tiempo ha ido surgiendo también entre ambas una buena amistad al margen del fútbol, aunque tengan formas diferentes de contar cómo influye su relación en el rendimiento personal.
“Nos conocemos bien, y creo que el hecho de jugar juntas ha ayudado a que nos hayamos hecho amigas fuera de la cancha”, señala Di Bernardo. “Con el paso del tiempo hemos ido acercándonos, y eso nos permite saber lo que va a hacer la otra dentro del campo”, cuenta Brian.
Sea cual sea el orden de los factores, lo que prevalece en el equipo es la unión entre ellas. Di Bernardo no escatima elogios al comentar las diversas funciones que desempeña su compañera del mediocampo. “Morgan es de las que se esfuerzan todo el tiempo, de las que pueden resolver un partido en cualquier momento y que, fuera del terreno de juego, contagian a todo el mundo con su buen humor”, apunta, imaginando enseguida —y entre risas— lo que podría decir sobre ella la propia Brian. “Me gustaría que dijese que también me entrego, y que le guardo las espaldas cuando sube al ataque”.
Son amigas y compañeras sobre el césped, y también se distinguen por otro aspecto: marcan goles. Brian fue quien encarriló el triunfo de las suyas sobre Nigeria en semifinales, mientras que Di Bernardo ya lo había hecho en cuartos, contra la RDP de Corea. “Nos alegramos, porque es algo que siempre intentamos hacer: ayudar a las delanteras”, declara Di Bernardo. “Esperamos tener más oportunidades así. Sin duda será algo importante para el equipo”.
En la final del sábado, para superar a una defensa alemana que permanece imbatida en este certamen, Estados Unidos necesitará más de un arma letal. Y en este apartado, al menos, parece disponer de bazas suficientes.

*Con información de la FIFA

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