México, DF, viernes 21 de febrero de 2014.– “¡Todo va muy bien! Estoy muy contento con mi nivel de juego, y estoy entusiasmado con las actuaciones de mi equipo. En este club reina un ambiente estupendo. ¡Nado en un mar de felicidad!” exclama Emmanuel Emenike ante el micrófono de FIFA.com. El internacional nigeriano del Fenerbahçe turco goza de una alegría de vivir hipercontagiosa. Y no es para menos si se tiene en cuenta su eclosión en la punta del ataque de los Canarios. Emenike es hábil, marca goles (ocho en 17 partidos) y se ha fijado un objetivo muy popular: “Dar alegría a los seguidores conquistando títulos”.
Si Emenike insiste tanto en compartir su dicha, sin duda es porque sabe lo que cuesta alcanzar ese estado. Porque el camino ha sido largo, y los obstáculos numerosos, antes de que el robusto delantero centro de 1,82 metros y 90 kilos llegara a donde quería: ser futbolista profesional. De joven, cuando jugaba en el Delta Force, la mayoría de las veces iba a pie a los entrenamientos, cuyas instalaciones estaban a hora y media de su casa. Hoy va al centro Can Bartu Tesisleri del líder turco en una berlina estupenda. De joven, tuvo que despedirse de los suyos y expatriarse a Sudáfrica para cobrar su primer sueldo como jugador cuando apenas tenía 20 años. Hoy es uno de los mejores jugadores africanos de Europa, y uno de los mejor pagados.
“El punto de inflexión fue el Karabükspor”, relata nuestro interlocutor. “Yo estaba en Sudáfrica pero soñaba con jugar en Europa. Tuve la oportunidad de hacer unas pruebas en Turquía. El Karabükspor me dio su confianza. Y después todo sucedió muy rápido”. Emenike abandonó Ciudad del Cabo en 2009 sin pena ni gloria (1 gol en 16 partidos) y desembarcó en Turquía. En el país otomano causó impresión desde su llegada. Inscribió 16 goles con la camiseta rojiazul, y contribuyó poderosamente al ascenso del club a la división de honor. Al año siguiente, el ariete confirmó su puntería acertando 14. El Fenerbahçe se prendó de sus artes y lo fichó en 2011.
Del Fener al Fener pasando por Moscú
No obstante, por causa de complicaciones de orden jurídico, las dos partes tuvieron que separarse prematuramente. Entonces Emenike puso rumbo a Rusia, donde continuó su progresión exponencial en el Spartak de Moscú. Terminó segundo máximo goleador del campeonato ruso con 13 goles, y como consecuencia recibió su primera convocatoria a la selección de su país. Su segunda temporada transcurrió de la misma suerte. Aunque apartado durante mucho tiempo de los terrenos de juego por culpa de las lesiones, hizo temblar las redes 12 veces, y batió el récord del gol más rápido en la liga rusa —10 segundos— en la victoria sobre el Alania Vladikavkaz (2-1).
“Yo no estaba descontento en Rusia. El equipo era bueno y la gente amable. No guardo más que buenos recuerdos de mis dos años allí. Pero francamente, siempre tuve en mente regresar algún día al Fenerbahçe. Nuestra historia no había terminado”, nos cuenta. “Porque quienquiera que pasa por este club queda cautivado por su carga emocional. Me enamoré perdidamente del Fenerbahçe en 2011. Por eso me marché de Estambul con un tremendo dolor de corazón. ¡Hoy estoy en la gloria!”.
Y quién no lo estaría en su caso. Si los hombres de Ersun Yanal son los holgados líderes del campeonato con cinco puntos de diferencia sobre el Besiktas, es porque Emenike sigue en racha. Cuando las lesiones se lo permiten, el nigeriano encadena goles y pases decisivos a tutiplén. Cuando los problemas físicos le aquejan, el Fenerbahçe pierde. Las dos últimas derrotas seguidas del Fener a primeros de febrero han coincidido con la ausencia de su goleador talismán, lesionado en el muslo.
Amunike y Emenike, vidas paralelas
Las lesiones son una de las pocas cosas que pueden alterar el buen humor del nigeriano. Porque no sólo el Fenerbahçe sufre por ellas, sino también Nigeria. Máximo goleador con cuatro tantos en la última Copa Africana de Naciones, conquistada por su selección, Emenike tenía la intención de defender el pabellón africano en la Copa FIFA Confederaciones 2013. “Pero sufrí una lesión de rodilla unas semanas antes del torneo y desgraciadamente no pude participar”, resume. “Sin embargo, espero estar en el Mundial. Lógicamente, es una cita muy importante para mí. No hay un acontecimiento mayor. Va a ser fantástico. ¡Pero hace falta que no me lesione!”.
Curiosamente, ese enorme talento y esas lesiones recurrentes recuerdan inevitablemente la carrera de otro astro nigeriano: Emmanuel Amunike. Elegido mejor jugador africano en 1994 tras cuajar una CAN perfecta, el centrocampista se vio contrariado a partir de entonces por indisposiciones repetidas. “Lo más difícil para un jugador es cuando ni siquiera puede batirse. Ser incapaz de jugar porque el cuerpo no responde es lo peor”, confió Amunike a FIFA.com a propósito de este tema hace unos meses. “Lo más bonito de ser futbolista es dar alegría a la gente y hacer que sonría”, contrapuso.
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